Movilidad estudiantil en Japón: la experiencia de Ricardo Acosta

Entrevistado: Ricardo Vladimir Acosta Matuz.

Entrevistador: Ana Fernanda Fraga Salgado.

Correo electrónico: ricardo.acosta.matuz@gmail.com

Institución: El Colegio de México.

Fecha: 13 de octubre de 2016.


FF: Fernanda Fraga

RA: Ricardo Vladimir


FF: Hola, buenas tardes Ricardo ¿Podrías presentarte?  

RA: Hola, mi nombre es Ricardo Vladimir Acosta Matuz. Yo soy economista egresado de la UNAM con una maestría en Estudios de Asia y África por El Colegio de México. Hasta relativamente hace poco tiempo estaba realizando una estancia de investigación en la Universidad de Tsukuba, en la prefectura de Ibaraki, Japón. Estuve ahí por un año, desde octubre del 2015 hasta el último día de septiembre del 2016. 

FF: Ricardo ¿Por qué decidiste estudiar la cultura japonesa? 

RA: Mi historia en realidad empieza con mi interés particular por China y hubo dos factores centrales. Uno es el crecimiento económico que todos hemos visto y que cada vez le permite tener a China más influencia, no solo económica sino política alrededor del mundo, pero también, junto con esto, mi interés por lo que había detrás en la historia política de China; particularmente el triunfo de la Revolución en 1949 y lo que esto significó, no sólo en el interior sino también a nivel internacional y particularmente en el Este de Asia.

Entonces, ahí comenzó mi interés por Asia en conjunto, y posteriormente por discusiones con otros compañeros y con profesores, me empezó a surgir el interés por Japón, puesto que este país había sido la potencia económica a nivel mundial número dos y que se perfilaba como un contendiente real frente al poderío económico estadounidense.

Entonces, el empezar a estudiar Japón me permitió también ver en perspectiva comparada qué ocurría en China. Y a cualquier persona que esté interesada en el Este de Asia no puede simplemente obviar o pasar de largo la influencia de Japón y su relación con China. Entonces, en mis estudios, si bien ahora me centro más en la cultura japonesa, no he perdido de vista qué es lo que ocurrió con China y cómo la relación de esos dos países afecta al Este de Asia pero también impacta el desarrollo de las actividades políticas y económicas a nivel internacional.

FF: Comentaste que tu tesis se centra sobre el nacionalismo japonés, a grandes rasgos, ¿podrías platicarnos cuál fue tu motivación para tratar este tema? 

RA: Esa es una pregunta siempre interesante y  mucha gente la formula. De hecho tiene que ver con esta predilección que tengo a des-idealizar las sociedades que me interesan, en este caso a des-idealizar la sociedad japonesa. A lo que me refiero con esto es que muchas personas cuando ven de manera superficial a Japón o empiezan a estudiar la historia política de Japón tienden a negar la existencia del nacionalismo en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Todos sabemos que Japón, antes de la derrota, se caracterizaba por un nacionalismo de ultraderecha, ortodoxo, que ponía al emperador como el eje de la vida política, social y cultural del país. Pero con la derrota en la Segunda Guerra Mundial esta modalidad del nacionalismo se difumina, pero, al final de cuentas, sigue existiendo.

Los japoneses siguen reclamando una identidad nacional, siguen formulándose ideas sobre lo que son y sobre lo que no son. Entonces me parecía pertinente contribuir a esta discusión y explicar cómo, con el paso del tiempo, el nacionalismo se modifica. Igual ha pasado en México; antes el nacionalismo se asociaba más a la Revolución Mexicana, el priísmo lo utilizó por décadas para justificar su dominio y ahora lo que se nos dice y presenta, es un proyecto basado en el México exportador, productor de manufacturas. Más o menos lo mismo pasó en Japón. Se transitó de una representación del Japón nacionalista, militarista, belicoso a ultranza a una del Japón que define su identidad nacional a partir de la integración, la internacionalización, el crecimiento económico y el pacifismo y todos esos aspectos.

Entonces mi interés radica en eso, contribuir a la desmitificación de lo que está ocurriendo en Japón en la actualidad.

FF: ¿Por qué y para qué realizaste esta estancia en Japón de un año?  

RA: Como alguien que hizo una maestría en Asia y África y que se especializa en Japón, algo que no se puede dejar de hacer, es visitar el país. En realidad esta estancia de investigación fue mi segunda visita. Anteriormente durante el curso de maestría había realizado allá una estancia breve, de dos meses: de entrada me permitió pasar de la teoría a la realidad. Desengañarme y corroborar, o sea confirmar por la negativa o por la positiva, muchas de las cosas que conocía sobre el país.

FF: ¿A qué parte fuiste? 

RA: Durante esa estancia, estuvimos otros compañeros y yo bajo la supervisión de un profesor en la Universidad de Hitotsubashi en Tokio. Pero tuvimos posibilidad, ya que fue un proyecto financiado por la Fundación Japón, de recorrer el país. En mi caso particular, estuve en Osaka, Kioto, Tokio obviamente y en algún momento aproveché para hacer una visita breve al exterior, a Beijing, en China, precisamente porque parte de mi tesis tiene que ver con la relación sino-japonesa. Pero otros compañeros pudieron ir aún más lejos. Hubo quienes fueron al norte, a Hokkaidō, hubo quienes fueron más hacia el sur. Esta primera aproximación sirvió para dos cosas: una era contrastar teoría y realidad y la otra era darse cuenta si uno podría estar ahí o si el impacto de estar en el exterior era demasiado abrumador.

Y hay un problema recurrente sobre todo para los que venimos de instituciones de educación superior públicas: consiste en que, pocas veces, tenemos oportunidades de conocer el mundo. Entonces, en algún momento, alguien hablaba sobre el problema del turismo académico. En realidad, eso es cierto, puede ser un problema. Pero yo pienso que es un proceso necesario y es inevitable en la medida en la que muchos de nosotros no podemos costear un viaje al exterior y, al final, viajar es otra manera de aprender del lugar al que vas. Un poco mi impresión fue esa: sí, traté de hacer investigación y juntar materiales para la investigación en esa primera estancia pero también procuré ver que estaba pasando ahí, conocer aspectos culturales, un poco, también, hacer un viaje personal que es, repito, una forma de conocer. Asimismo, estuve preparando el terreno para una posterior visita, que fue la que ocurrió en octubre del año pasado. Para esta segunda estancia ya con la cabeza más fría y con más planes focalizados al ámbito académico, me concentré en las tres cosas  que se podían hacer: la primera—que era la institucionalizada—y la que justificaba la movilidad, era concluir el trabajo final de maestría, para ello,  había que discutir con expertos, había que hacer trabajo de investigación en biblioteca y corroborar también con el asesor asignado qué estaba bien y qué estaba mal. Ese era el punto fundamental.

La segunda, que es muy importante para los que hacemos estudios de área, es aprender el idioma de la sociedad que tienes como objeto de estudio; en este caso el japonés. Entonces, el segundo objetivo fue estudiar y mejorar mis conocimientos sobre el japonés. Las clases no eran obligatorias, podías asistir o no, pero la ventaja era que con esta movilidad, no te cobraban por tomarlas aunque cada quien podía aprovecharlas en la medida que lo creyera conveniente. Al final pienso que si bien pude haber hecho más, no regresé con las manos vacías porque pude presentar uno de los niveles de la prueba estandarizada del dominio del idioma japonés. Da cuenta también del progreso que he venido realizando desde hace tres años cuando empecé a estudiar esa lengua. En la primera estancia presenté una de estas pruebas pero fue un poco caótico ese viaje y no la aprobé pero en esta segunda ocasión, sí solicité al nivel inmediato posterior, más elevado y esa vez, sí lo aprobé.

El tercer objetivo es la creación de redes académicas, redes profesionales. El propósito es ese: cuando tú quieres ir al exterior, debes tener muy claro con quién quieres juntarte y, tal cual como cuando buscas trabajo, mandar montonal de correos para ver quién te responde. Porque ocurre que los profesores o no tienen tiempo o no tienen interés y, también, está la barrera del idioma. A veces, algunos profesores no contestan correos que vienen en inglés, les da pereza, sobre todo cuando son profesores reconocidos que nunca han vivido en el exterior les causa un poco de pereza atender ese tipo de cosas. Pero uno debe ver qué opciones tiene, no desanimarse y mandar la mayor cantidad de correos posible. Porque si uno quiere hacer un posgrado en ese país lo mejor es tener contactos, opciones para determinar con quién puedes hacer qué proyecto.

FF: ¿Nos puedes compartir a qué universidad llegaste? y si tomaste cursos ahí, ¿En qué materias?

RA: Yo llegué a la Universidad de Tsukuba en la prefectura de Ibaraki. Está relativamente cerca de Tokio. Supongo que la distancia es parecida más o menos a la de la Ciudad de México a Puebla, puede ser, quizá incluso más cerca. La ventaja de ahí es que hay un tren directo y se hacen cuarenta y cinco minutos. No como las tres horas que puede uno llegar a echarse en ir a Puebla. Ahí nos asignaron a un asesor: fue la Dra. Aki Mōri, ella estaba adscrita al Centro de Estudios Internacionales y es experta en Política Exterior China y en Relaciones Internacionales del Este de Asia. En mi caso, no tenía que tomar ningún curso obligatorio y no tenía que acreditar nada porque ya había concluido los créditos de la maestría y solamente iba con la intención de concluir mi trabajo de tesis. Entonces no nos pedían ir como un requisito para cumplir con el convenio, pero por cortesía de ambas partes, por un lado la profesora modificó sus cursos regulares para incluirnos y pues obviamente nosotros correspondimos, otra compañera y yo, a ese gesto participando en su seminario.

El primer semestre ella dio un seminario sobre Política Exterior China y  en el segundo fue sobre Relaciones Internacionales en el Este de Asia. Después, la Dra. Mari Minowa,  encargada del vínculo entre El Colegio de México y la Universidad de Tsukuba, nos invitó a presentar nuestros avances de tesis en su seminario de investigación que era parte de la maestría de estudios de área que ofrece la Universidad de Tsukuba. Ahí participaban los chicos que estaban tomando esa maestría y tenían interés en América Latina: uno era argentino, un argentino nikkei o sea de ascendencia japonesa, y realizaba una investigación comparada sobre el costo de la educación pública en Argentina y Chile. Una chica japonesa estaba investigando un programa de asistencia social en Brasil y como esto tenía impacto en el trabajo de cooperativas. Otro chico japonés empezó con un estudio sobre el papel del nacionalismo y el futbol, el papel del futbol en la creación de la consciencia nacional en América Latina. Pero su tema era muy amplio y después vio más bien qué hacer para venirse a América Latina, posponiendo su maestría; de hecho, vino a México a trabajar a San Luis Potosí. Finalmente un periodista japonés, ya más grande, cincuenta y tantos años, estaba haciendo un análisis sobre las empresas transnacionales mexicanas. Por aquel lado, en el grupo, había personas interesadas en América Latina y por nuestro lado personas interesadas en Japón y en las relaciones internacionales y el terreno fue bueno para discutir.

Por dos frentes tuvimos estos seminarios, uno con nuestra asesora designada y otro con la encargada de la coordinación de intercambio entre las dos instituciones. Y también teníamos las clases de japonés dentro de la universidad.

FF: ¿Quién financió tu movilidad? A grandes rasgos ¿qué proceso seguiste y cuánto duró ese proceso? 

RA: La instancia encargada de otorgar el patrocinio se llama Japan Students Services Organization (JASSO). Ellos fueron los patrocinadores: es una institución del gobierno japonés y para nosotros fue relativamente fácil tramitar este apoyo. La Universidad de Tsukuba tiene un convenio con El Colegio de México que estipula que en cada generación, dos estudiantes de El Colegio van y dos estudiantes de Tsukuba vienen. Pero ha habido una tendencia por parte de personalidades allá, y enfatizo el papel de la Dra. Mari Minowa, para fortalecer estos vínculos. Entonces como en un gesto de buena disposición para demostrar lo mucho que les interesa  ampliar el convenio, ellos enviaron a cinco estudiantes de El Colegio. Eso fue una situación excepcional y a todos nos mandaron bajo las mismas condiciones. Dos compañeros solamente solicitaron seis meses y se los dieron. Todos estuvimos becados por JASSO y la Universidad de Tsukuba nos exentó del pago de colegiatura, que eso es otro aspecto a considerar. Si bien pueden darte la beca, la universidad tiene que otorgarte la exención del pago de cuota. Lo resalto para que las personas que están solicitando piensen en esos dos factores. Incluso si es una universidad pública, una universidad nacional tienen costo y no es barato para el bolsillo de alguien que viene de América Latina, menos de México en donde las cosas están poniéndose más complicadas.

Como existe este convenio, nosotros platicamos simplemente con la Dra. Yoshie Awaihara, de El Colegio. Ella es investigadora y encargada de impartir las clases de japonés ahí. Le dijimos que nosotros cinco queríamos ir y ella nos dijo algo como “bueno, vamos a hablar con Mari Minowa y vamos a ver qué respuesta nos dan y si es positiva ustedes me tienen que entregar estos papeles a mí y estos otros tienen que mandarlos en físico directamente a la oficina de admisiones”. Nosotros mandamos nuestros papeles, bueno, eso sí tomó bastante tiempo. Se suponía que nosotros teníamos que estar ahí para finales de septiembre  o principios de octubre y empezamos a hacer la tramitología en mayo. Entonces era muy poco tiempo y la respuesta la tuvimos un mes antes de que tuviéramos que irnos. No fue tan rápida pero tampoco fue tan tardada. El problema era que no teníamos una confirmación y no podíamos tener nuestros boletos de avión y empacar nuestras cosas, etc. Ese es otro asunto: no tuvimos apoyo para los boletos de avión.

FF: ¿Qué incluía el financiamiento? 

RA: La beca en yenes fue de 80,000. En el 2015 eran 11,000 pesos. Antes de regresar eran 15,000 pesos. Si bien eso es relativamente bastante aquí, en Japón, no es nada. Y es muy importante esto porque aquellos que quieran solicitar una estancia de investigación no en Tsukuba sino en otra universidad, en Tokio, y soliciten esta beca de JASSO, el monto no les va a alcanzar. En las condiciones de Tsukuba 80,000 yenes te alcanzan para pagar la renta de la habitación, si vives en un dormitorio de la Universidad, que esa facilidad, nos la proporcionó también Tsukuba. Con los 80,000 yenes prácticamente podías pagar los servicios de luz, lavandería, regaderas, y alimentación, transporte interno y en Tsukuba básicamente te mueves con bicicleta, entonces no hay mayor problema con eso. Pero fuera de eso, ya empezaba a ponerse complicado. Por ejemplo, si alguien quiere ir de Tsukuba a Tokio a trabajar con algún profesor o a estar hablando constantemente con él en persona sobre algún proyecto, la cantidad de la beca es muy restrictiva. Si quieres ir a conocer a algún profesor en otra región más allá de Tokio, Osaka, Kioto o ir a Hokkaidō, Fukuoka o incluso en Okinawa no puedes hacer eso, el dinero no es suficiente.

FF: ¿Influyó tu movilidad a Japón en tu trayectoria académica y personal? ¿Has pensado en regresar? 

RA: Sí, influyó en mi trayectoria académica definitivamente porque te da la experiencia completa. A mí que me interesan temas de política y economía contemporánea, estar ahí me permitió estar en contacto directo con los procesos económicos, políticos y sociales del país. También me permitió aprender a encontrar de mejor forma las fuentes que necesitaba para este propósito. Los intercambios de opiniones en el plano académico con profesores siempre son enriquecedores, también con otros estudiantes de posgrado. Sobre todo porque siendo Japón un país receptor de inmigración te permite poder estar en contacto con personas de muchos países del mundo, más allá de la esfera inmediata de convivencia que podrías tener en México o en América Latina.

En el plano personal definitivamente es algo enriquecedor, te da una idea de… cómo expresarlo… entiendes que el mundo existe. Cuando estás ahí entiendes que hay más allá de tu entorno inmediato y además sabes que las acciones de los individuos modifican un lugar establecido. Además, en mi caso personal, me da la impresión de este sentido todavía más afianzado de que los individuos somos los que transformamos la sociedad y la historia, pero eso es algo muy particular de mi formación académica. Sí, pensaría en regresar nuevamente: de hecho, yo estaba a punto de quedarme, había solicitado mi ingreso a un doctorado, pero por esta cuestión de las becas era imposible pagar. Al final era regresar o quedarme ahí y morir de hambre y no hacer al cien por ciento mi proyecto de investigación. Pues ahora estoy desde México volviendo a solicitar el ingreso a la universidad, buscando formas de financiamiento con un año de anticipación pero con toda la idea de volver al término de un año.

FF: Entonces ¿Te gustaría hacer un doctorado en Japón en esta universidad? 

RA: Yo estoy solicitando a la Universidad de Keio. En este caso es porque estoy cambiando mi tema de investigación que no es tan separado pero pasando de la idea del nacionalismo y su impacto en la relación exterior, en este caso con China, ahora quiero enfocarme más en un fenómeno particular en el interior de Japón, que serían movimientos sociales contemporáneos. Casi no se habla de ellos, pero tiene que ver con mi idea de desmitificar, dar este sentido de realidad  a esa sociedad que nos es ajena y que nosotros pensamos como perfecta, pero que también enfrenta varios retos y que tiene problemas visibles. Ese es uno de los sentidos por los cuales quiero cambiar mi tema de investigación.

FF: Suena difícil por las fuentes de investigación… 

RA: Sí, es lo complicado. Tendré que mejorar mi japonés. Uno de los más significativos contactos que establecí, pero incluso desde antes, estando aquí en México, fue con el Dr. Eiji Oguma, un sociólogo de la Universidad de Keio. Es reconocido por sus trabajos en temas de historia sociológica de Japón. Escribió un libro sobre el movimiento estudiantil de la década de los sesentas y sobre la formulación de la identidad nacional japonesa en la modernidad y ahora también está adentrándose en el tema de los movimientos sociales contemporáneos. Esa es una de las razones por las cuales me gustaría estar ahí y, bueno, modificar mi tema. En contraste, la Universidad de Tsukuba no encaja con el perfil que yo estoy buscando en un investigador para mi tema porque no hay quien se dedique a ello.

FF: ¿Te parece buena idea que otros estudiantes se muevan a otros países de manera general y en particular a Japón? 

RA: Si claro, viajar abre bastante el panorama y es muy importante tener en cuenta que la experiencia de viajar y estar viviendo en el exterior te cambia, pero hay que también saber mantener los pies sobre la tierra. En mi caso particular, Japón es muy bonito, muy seguro, todo está muy ordenado, etc., y es muy fácil que mucha gente menosprecie el país de donde se viene. No, más bien el chiste es ir, aprender y tratar de obtener lo bueno de cada caso particular para tratar de cambiar la realidad en la que nos encontramos en México. En realidad ese es el punto central, ser un individuo socialmente responsable y ver de qué forma se puede contribuir a un cambio profundo en México, más allá de simplemente desear estar todo el tiempo en un país desarrollado, qué chiste tiene. También, la otra parte es cómo uno aprende a contribuir a solucionar la problemática del otro país. Son dos vías: cómo te sirve a ti cuando regresas a casa y cómo contribuir para mejorar la sociedad fuera. En realidad todos somos parte del mismo género y todos somos parte del mismo planeta.

FF: ¿Qué fue lo más importante que aprendiste de esta movilidad? ¿Qué te gustó y qué no te gustó de esta estancia?

RA: Lo que podría resaltar es precisamente el intercambio y las discusiones con personas de distintas partes del mundo. Creo que eso es fundamental porque te sitúa a ti mismo en perspectiva y te pone a pensar de dónde vienes, en dónde estás y hacia a dónde vas. Esa es una de las experiencias más relevantes, que también sirve para darse a uno confianza frente a los demás en el sentido de yo también soy capaz de contribuir de la misma forma que un francés, un alemán, un indio, un japonés, un chino a ciertas discusiones. No viéndolo como el orgullo nacional herido sino como desde la capacidad personal de que eso es posible y que si uno no siente confianza, uno tiene que luchar por ponerse al nivel de las discusiones.

Lo que no me gustó al principio supongo es la tranquilidad del entorno: cada fin de semana, aquí, muchos salimos con los amigos, que somos ruidosos en México. Allá era un poco más difícil sobre todo por los espacios o por los amigos; los que vivían fuera del campus tenían sus vecinos que a las diez de la noche ya estaban casi casi llamando a la policía. Quizá la comida se vuelve un poco repetitiva, pero, en general, son minucias, no tendría grandes objeciones. La más grande que se podría solucionar institucionalmente es la cuestión de los presupuestos.

FF: ¿De tu financiamiento en particular?

RA: Sí.

FF: Pudiste observar diferencias en el nivel académico entre México y Japón o en el proceso de enseñanza aprendizaje?

RA: Era algo que ya había escuchado anteriormente de gente que ya había estudiado en una universidad japonesa su posgrado: en el caso particular de El Colegio de México el grado de demanda en la maestría es muchísimo mayor a lo que han experimentado otros en el campo de las humanidades. Seguramente, en las ingenierías, las ciencias exactas, debe haber diferencias pero, como nunca he estudiado ninguna de esas aquí en México, no sé qué tan diferentes sean los grados de demanda. En la licenciatura, en cambio, parece que son mucho más demandantes los requisitos en Japón que en México. Había incluso más discusión en México, haciendo comparación con los seminarios cursados en Japón. Supongo que tiene que ver un poco con el proceso formativo previo tanto en Japón como en China, porque en algunos casos compartimos seminarios con algunos estudiantes chinos. Eran más tímidos, menos abiertos a la discusión y pues bueno a veces la vida en El Colegio es un sálvate como puedas y tienes que hablar. Pero no, me parece que el grado de demanda en ciertos casos depende mucho de tu actitud personal y del profesor con el que estés asignado sobre todo en los posgrados en humanidades.

FF: ¿Tienes alguna relación o estableciste una relación con la Embajada de México en Japón?

RA: No establecí ninguna relación con la embajada. En algún momento, en la primera estancia que hice de dos meses, tuvimos que ir todos los que fuimos al viaje de generación de maestría a la embajada como una visita de cortesía pero, fuera de eso, no quedó ningún contacto estable. Pero hay un chico que se llama Víctor Hernández que creó una red que se llama Nichibokubashi que es una asociación de estudiantes y profesionistas en Japón, muy cercana a la embajada mexicana. Entonces aquellos que estén interesados en establecer conexiones con mexicanos allá es una buena opción.

FF: ¿Tuviste alguna inmersión en esta asociación?

RA: Solamente fui a un evento que organizaron para dar un panorama general del mercado de trabajo japonés, cómo insertarse en ese mercado. Asistí como invitado, yo no tomo parte en esas iniciativas, sobre todo porque, en cierta forma, implica trabajar para una embajada.

FF: ¿Pudiste establecer algún tipo de redes o vínculos estando allá de manera muy amplia o con estudiantes mexicanos en Japón?

RA: Realmente son pocos los mexicanos que están allá: en el caso particular de Tsukuba había alrededor de 8, todos nos conocíamos y platicábamos de forma más o menos regular y pues en el otro caso, más hacia fuera, estaba Víctor Hernández que está estudiando en Sofía, un amigo bastante cercano. Él funciona como vínculo con otros mexicanos para mí, pero fuera de eso, no establecí conexiones. Y en el ámbito académico sí, con los profesores que conocí en Tsukuba, con mi asesora asignada, con la Dra. Mari Minowa, con los otros profesores que participaron en su seminario al que fuimos invitados. Contacté alguna vez y tuve la oportunidad de platicar con el Dr. Junji Nakagawa de la Universidad de Tokio: era un contacto importante, pero para entrar a la Universidad de Tokio tendría que volver a nacer. Son buenos contactos para el ámbito académico pero tienes que pensar cuáles te permiten acceder al doctorado. Así es lamentablemente la vida académica, está mal perder contactos sólo simplemente porque no te funcionen en ese momento pero así es un poco esto.

FF: ¿Quisieras agregar algo a la entrevista?

RA: Creo que no, gracias.


Entrevista disponible en PDF: Entrevista-RicardoAcosta-FernandaFraga