ASIA Y ÁFRICA EN LA HISTORIA, UNA MISIÓN CUMPLIDA: ENTREVISTA AL DR. JOSÉ DANIEL TOLEDO BELTRÁN.

22 agosto, 2017 / Sin Comentarios / 1245 vistas

(Última actualización: junio 2019)

Entrevista de Ma. Cecilia Oviedo al Dr. Daniel Toledo en torno a su trabajo pionero como investigador y promotor de los estudios sobre Asia y África en México.

 

Asia y África en la Historia, una misión cumplida: Entrevista al Dr. José Daniel Toledo Beltrán.

Entrevistado: Dr. José Daniel Toledo Beltrán, Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Institución: Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa[1].

Entrevistadora: María Cecilia Oviedo Mendiola[2].

Fecha: Agosto  de 2017.


CO: Cecilia Oviedo

DT: Daniel Toledo


CO: Usted trabaja sobre Asia y África en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Área de Historia. Al respecto: ¿Cuáles fueron las condiciones iniciales que le permitieron incursionar en esa área de estudios?

DT: Antes de responder concretamente a su pregunta, quisiera hacer un preámbulo en términos de internacionalización y de movilidad, que hoy día representan tareas importantes en las instituciones de educación superior. Al respecto, quiero subrayar que la UAM fue producto, en sus orígenes, de  circunstancias en las que lo internacional tuvo mucho que ver. Si usted recuerda, la UAM fue una de las consecuencias, no inmediatas, sino mediatas de los movimientos estudiantiles del sesenta y ocho, que se produjeron no sólo en México, sino en el mundo. En efecto, uno de los resultados casi inmediatos de esas movilizaciones y reivindicaciones fue la apertura educativa, no solamente en términos de ofertas, sino de conexión: la UAM surge como respuesta a ello en 1974. Lo segundo que quería advertir es que al conformar la UAM su primera nómina de académicos, lo hace en una circunstancia especial, la coincidencia con  la migración sudamericana (argentina, uruguaya, brasileña, chilena, etc.) que encontró asilo en México.

Una de las grandes apuestas educativas en la UAM fue justamente buscar cuadros académicos que podían garantizarle un despegue rápido. Hubo una gran cantidad de académicos -entre los cuales yo me cuento- de distintas disciplinas, pero sobre todo de las sociales que fuimos expulsados de nuestros países, relegados, vinimos a estudiar o a trabajar en México y encontramos allí una magnífica oportunidad. Así, desde el principio, la nómina de la UAM estuvo constituida por una buena parte de académicos que proveníamos del extranjero. Claro, muchos vinimos en condiciones forzadas; no obstante, cada uno traía su propia red académica por su vinculación natural con sus espacios de origen, aun cuando no estaba formalizado este mecanismo de conexión en una red internacional. Otra circunstancia muy significativa en ese tiempo, en México, fue que estudiantes que se vincularon directa e indirectamente con el movimiento estudiantil, tuvieron que salir. Otra buena dotación de los académicos que constituyeron las nóminas iniciales de la institución estaba constituida por estudiantes mexicanos que se fueron a Europa y a otras partes  y regresaron. Por esas razones, en el ámbito académico de la UAM, se da de manera natural la conexión con el mundo exterior, pero sobretodo entre repatriados, migrantes y residentes académicos originales.

Esa conexión era muy informal todavía, no institucionalizada, pero existía con América del Sur y Europa, particularmente con España y con Francia. En esa época, también, tuve a colegas estadounidenses que venían a América Latina, en acciones de carácter educativo y de promoción de las relaciones de pueblo a pueblo, de universidad a universidad. No estoy pensando en el Pentágono, ni en los proyectos de la Alianza para el Progreso, sino en las redes informales. En la época fundacional de la UAM, tuve a colegas latinoamericanos, a compañeros mexicanos que habían ido a Europa y que retornaban y a otros, de Estados Unidos y de Europa, genuinos de ahí y que venían a trabajar. En la UAM, somos internacionalistas por necesidad, por vocación y por origen. Por supuesto, todo esto tuvo que ver con la concepción, discusión y construcción de planes y programas de estudios específicos en nuestras disciplinas y en la UAM.

Ese es un punto original y contextualizador. Ahora, en relación al Asia y a Japón yo soy historiador de formación. Por cuestiones de coyuntura y por las condiciones en las que yo salí de Chile, vine al Centro de Estudios de Asia y África en El Colegio de México. Estuve con una reclusión carcelaria y domiciliar por razones políticas en Chile y de ahí salí a México. Para mí, México representa la libertad, pero también los estudios japoneses. Pero, siempre digo, en son de broma, que ni en mis peores noches tormentosas y de inseguridad e inquietud en Chile, tuve una pesadilla equivalente a tener que estudiar japonés, que equivale a estudiar chino. Es más, siempre he sostenido que la expresión “está en japonés” remite a algo más difícil que la de “está en chino”. El chino tiene una lengua y una escritura originales. A esa lengua y a esa escritura que importaron los japoneses al 99%, le agregaron el hiragana y el katakana. Entonces repito: está en japonés.

 También soy geógrafo pero, por razones políticas, me dediqué a la historia. Así aunque conociera a Asia en términos geográficos, demográficos, etc., nunca  imaginé que Asia deviniera un tema central de mi formación en el ámbito académico y de posgrado. Pero las circunstancias me obligaron a aceptar esta oferta de formación de El Colegio de México que era la única oportunidad disponible en ese momento. Desde ahí, viene mi formación como historiador de Asia y África, egresado de El Colegio de México. En términos de especialidad histórica, me especialicé en Asia del Este o Asia oriental, como dirían los mapas tradicionales. Me centré básicamente en Japón pero por necesidad histórica natural, también en Corea, China, sureste de Asia, etc.. Estudié  historia económica, social y política del Japón contemporáneo. A partir de la formación que otorga El Colegio de México y luego de ingresar a la UAM, me planteé incorporar estos contenidos, todavía muy laterales y muy complementarios, a mi espacio de investigación y docencia en el ámbito de la historia mundial.

CO: Entonces usted estudió en el COLMEX ¿Cómo y en qué momento llega a la UAM? 

DT: Llegué al COLMEX a mediados del 1974. El golpe de estado en Chile fue en 1973. Pasé retenido en Chile del 73 al 74; llegué al Colegio de México en condiciones particulares, ya que la institución “me invitó” y, con esa oferta, negocié mi salida de Chile. El Colegio de México abrió un programa especialmente para mí. Un profesor japonés, el Mtro. Oki, me decía que tenía la educación del Príncipe, porque todos trabajaban para mí. Yo era el único en mi generación: 100% de fracaso o de éxito del curso, según fuera el caso y según mis profesores.

CO: No había grupo.

DT: No, fue especial. Esa sensibilidad y esa solidaridad internacional que mostró México en aquel entonces hicieron que me abrieran un programa y me dieran a escoger si quería estudiar China, India, Medio Oriente o Japón. Yo elegí Japón. El área de África recién estaba organizándose. La UAM ya estaba reclutando a académicos, estamos hablando del año 1975-1976. Me entusiasmó pero, en ese momento, surgió una oportunidad de seguir mis estudios en la Universidad Tsukuba, en Japón. Pensé que las opciones de trabajo aquí estaban, eran muy amplias y generosas y, en verdad, requería completar mi formación académica. Privilegié irme a Japón, antes que ingresar a la UAM, pero la visualicé como proyecto a futuro

CO: En esos estudios ¿sobre qué se especializó? 

DT: Me especialicé en historia económica y social de Japón y en su influencia en el Este de Asia; en consecuencia, no solamente estudiaba Japón, sino también la conexión del modelo y proyecto japonés hacia Corea, Taiwán, China y el sureste de Asia. Recibí una formación nucleada a Japón, pero en relación al Este de Asia.

CO: ¿Termina sus estudios y se incorpora a la UAM?

 DT: No, me vine al Colegio de México. Ahí estuve como asistente o auxiliar de investigación, hasta que llegó la oferta de trabajar en la Secretaria de Educación Pública (SEP), durante un año y fracción, en la Dirección adjunta de Contenidos y Métodos Educativos. Porque, aparte, soy pedagogo. Estudié pedagogía en historia y geografía en la Universidad de Chile. Entonces, esa condición y el haber participado en la Reforma Educativa en Chile, en 1964, hicieron que participara aquí en México en un seminario organizado por la SEP. Eso me generó una conexión a través de dos compañeros de El Colegio de México que estaban en ese proyecto. De la SEP, me dijeron: “Tú que has vivido una experiencia de una reforma educativa tan integral como la que se hizo en Chile podrías venirte a trabajar de medio tiempo”. Después, me incorporé de tiempo completo, para trabajar en los libros de texto y en los Planes y Programas respectivos, pero también para proyectar “una Educación Básica”.

CO: Eso fue hacia los ochenta, más o menos. 

DT: Sí, nosotros proyectamos, con base en la experiencia y materiales que recogimos de toda América Latina, hicimos el proyecto de la Educación Básica en México.

CO: Que fue cuando se pasa a las áreas de Ciencias sociales, etc. 

DT: Claro. Nosotros trabajamos en el libro de texto gratuito, incorporamos reformas, hicimos actualizaciones, creamos el Libro para el maestro, que no existía, difundimos las innovaciones de carácter educativo en todo el país. Yo era el Coordinador del Área de Ciencias Sociales de esa Dirección. Como tal, me tocaba coordinar a profesores de distintos niveles y ámbitos para producir los planes y los programas de estudio en educación primaria. Con Don Luis González y González, nos tocó, yo como parte de la SEP y Don Luis debido a su conocimiento histórico, preparar las monografías estatales. Estando en eso, la UAM abrió unos concursos para plazas. A mí, me gustan la docencia y la investigación, así que concursé. Fue medio tortuoso el proceso pero gané una plaza a partir de 1982 y, desde entonces, soy profesor de la UAM. Yo vine a asumir en el 84 un puesto estable pero, desde antes, ya había dado clases ahí.

CO: Para asignaturas de historia pero no necesariamente sobre historia de Asia… 

DT: No. En el momento en que llegué a la UAM, llegué con una semilla que me había sembrado El Colegio de México. Yo había reforzado mi vocación en Japón y eso implicaba conocer a Asia. En la SEP, descubrimos que en los libros de texto, Asia  y África estaban excluidas. Empecé a trabajar para que estos contenidos se incorporaran a los planes y programas de manera permanente y en forma sistemática.

En congruencia con lo anterior, desde que llegue a la UAM-Iztapalapa, empecé una campaña en ese sentido. Desde esos tiempos, junto con otros colegas, empezamos a proponer en la carrera de Historia cursos de Historia de Asia y África. Abogamos para que el Plan de Estudios de Historia no omitiera esas culturas, historias y geografías que estaban sistemáticamente fuera, relegadas al olvido, desconociendo, ni más ni menos, a la mitad del mundo.

CO: ¿Eran programas centrados en América y Europa? 

DT: Claro. Eran programas claramente eurocentristas, excluyentes, marginantes, subordinados y reducccionistas, plagados de falsas imágenes y estereotipos.

CO: ¿Y sobre América Latina? 

DT: Circunstancialmente, incluían a la región si había alguien que impartiera el curso. Como producto de nuestra pugna, hubo una reforma en el currículum de la Licenciatura en Historia. Incorporó Historia de África e Historia de Asia. Hoy en día la asignatura de Historia de Asia y África, está propuesta tanto para Historia como para otras carreras, tales como Antropología o Economía, Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Yo he dirigido setenta y seis tesis, no sólo de licenciatura sino también de maestría, sobre Asia y África (2010).

CO: Es interesante ¿y las más recientes? 

DT: En 2016-2017, dirijo trece tesis, tres de posgrado y diez de licenciatura, porque el tiempo no me da para más. Hay una gran efervescencia por hacer investigaciones sobre temas de Asia y África, no solamente sobre conflictos y hechos que tienen mucha contemporaneidad y significación en el Medio Oriente, en el norte de África, en Asia del Este, en el Sureste de Asia, sino sobre temas específicos, como la Primavera Árabe, el conflicto Palestino-Israelí, las migraciones, la guerra civil en Siria, el ISIS, etc.. Hay también una demanda de otras disciplinas sociales y políticas, para actualizar conocimientos sobre los fenómenos y procesos que tienen como escenario el actual protagonismo de Asia y África.

En la UAM está una de las pocas, quizás la única, carrera de historia que propone una cobertura del área, tanto en licenciatura, como en posgrado. Cuando uno habla de posgrado sobre Asia y África, piensa en El Colegio de México pero, a nivel de la universidad pública, no conozco hasta este momento otra oferta que llegue hasta estos niveles de manera sistemática.

CO: Se da la reforma del programa y planes de estudio de licenciatura, se integran estos temas de historia en el currículum, pero ¿en ese momento todavía no existe el posgrado?

DT: No existe un posgrado en Asia y África en términos específicos. Existe un posgrado en historia: una de sus áreas de especialización es Historia Mundial, y dentro de ella, se generan los espacios para Asia y África.

CO: ¿Ya para ese momento a fines de los 80?

 DT: No. El posgrado no me acuerdo bien cómo se llamaba pero, como lo he dicho, tenía una concepción de historia mundial. Había un área de historia mundial y, si se habla de historia mundial, por supuesto, no podía dejar de lado países como Japón o China, Israel, Palestina, Afganistán, Corea, etc. que son países sobre los cuales los estudiantes han realizado sus tesis.

CO: Entonces, ¿desde sus orígenes el posgrado ya tiene esta visión?

DT: Tiene esta opción. No es equivalente al posgrado específico del COLMEX, pero el posgrado de historia de la UAM brinda opción a los estudiantes para que hagan investigación sobre Asia o sobre África.

CO: ¿El posgrado es Maestría en historia? 

DT: Es Maestría y es Doctorado en Historia. Ofrecen ambas opciones la posibilidad de desarrollar indagaciones sobre Asia y África

CO: Va a ser interesante para la RIMAC mirar las tesis y ver cuáles son los temas. Tenemos en la página una sección donde hacemos pequeñas fichas o una reseña. ¿Las tesis de la UAM están ya todas en línea?  

DT: Hay muchas. Adicionalmente muchos de nuestros estudiantes han ido al Colegio de México. Ha habido una conexión histórica entre las dos instituciones. El desarrollo de opciones de investigación sobre Asia y África hace que surjan, de manera natural, historiadores que postulan a los posgrados que ofrecen El Colegio de México y otras universidades en el exterior. Tenemos ya a distinguidos académicos que estudiaron la licenciatura en Historia en la UAM-Iztapalapa.

CO: Hay dos temas que me gustaría que me platicara: uno es el del aprendizaje de las lenguas, en particular, de las lenguas asiáticas en la UAM ¿qué tanto está desarrollado? Otro es el de los intercambios formalizados de la UAM hacia esta región. 

DT: En la enseñanza de lenguas, la UAM no presenta cuentas tan positivas como otras instituciones. La Unidad Xochimilco propone chino, pero Iztapalapa recién lo está pensando. Tenemos una carencia estructural. No hay formación en chino, en japonés o en hindi. De pronto nuestros estudiantes estudian en otros institutos y academias, por ejemplo en el Instituto Japonés de Lenguas. Estudian lo que ofrece Japón a través de su embajada, incluso una estudiante fue de intercambio para tal efecto.

En cuanto a movilidad, sí, han venido a la UAM estudiantes desde Japón y han ido estudiantes mexicanos a Japón y a China, pero todavía no en una dimensión importante. En estos últimos cinco años, tres estudiantes fueron a Japón en  licenciatura, pero no en posgrado. Si bien tenemos tesis sobre Asia y sobre África, no tenemos una formación sistemática con prerrequisitos como estancias allá, intercambios, habilitaciones en idiomas, movilidad, etc.. Recién se empieza.

CO: En cuanto a la relación con académicos ¿usted continúa con la relación con Tsukuba? 

DT: Yo he ido y han venido, pero no precisamente a Iztapalapa ni en el ámbito de historia, sino en Ciencias. En la UAM, hay un espacio breve en el que yo puedo ocuparme de Japón, pero después tengo que brincar a Corea, a China, al sureste de Asia y al Medio Oriente, etc.. No tengo un área permanente de concentració. En África, ocurre lo mismo. En ciencias, la UAM ha tenido proyectos financiados por Japón, sobre condiciones ambientales. Venían japoneses con intercambio directo en ciencias básicas e ingeniería. Inclusive un programa específico tuvo que ver con condiciones del medio ambiente. La UAM recibió a investigadores japoneses y aportaciones japonesas para instalar laboratorios y desarrollar proyectos de investigación específicos sobre condiciones de carácter ambiental y climático. En historia, no hay esa opción: el programa es mucho más amplio y no puede concentrarse en Japón.

CO: Por eso es tan importante las redes con otros investigadores que trabajan Asia, tanto  en el COLMEX como en otros espacios. El grupo de gente del que usted participa no concentra específicamente especialistas en Japón o en China, sino en Asia.  

DT: Exacto, no tenemos el nivel de especialización que tiene El Colegio de México. En la UAM, tenemos asignaturas o UEA (Unidades de Enseñanza y Aprendizaje) sobre estas regiones. De ahí yo canalizo a los interesados para que continúen sus estudios en instituciones con especialidad por país.

CO: ¿Estos trece o catorce tesistas que actualmente dirige, no todos son sobre Japón? 

DT: No, tengo tesis dirigidas sobre Japón, Corea, China, India y Medio Oriente. Sobre África, también tengo algunas. Dado que yo pertenezco al  área de historia comparada regional, en el ámbito de la Historia Mundial, mi área de investigación es Asia y África.

CO: Usted decía que algunos de sus estudiantes  se fueron al COLMEX ¿Más o menos tiene idea de dónde andan sus alumnos? 

DT: Unos están estudiando ahí, otros son académicos o se han ido a universidades de aquí.

CO: ¿Concentrados en Asia o no necesariamente? 

DT: No, ya como lo dije, la concentración en Asia y en África a nivel de gran especialización sólo la da el COLMEX. En la UNAM, la UAM y en otras instituciones, trabajamos sobre dichas áreas, pero no en ese nivel de concentración. Entre los académicos que han dirigido tesis, sólo menciono algunos: Lothar Knaut, Alfredo Romero, Victor López Villafañe cuando era de la UNAM y Carlos Uscanga. Con ellos, participamos en actividades académicas de los estudiantes de posgrado, comentamos tesis del área de Asia. En los 80, desde el punto de vista organizacional e institucional, creamos la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África, ALADAA –yo soy uno de los fundadores, aunque aquí el COLMEX es el verdadero protagónico. Yo fui el tercer Coordinador Nacional de ALADAA, en México, y me tocó organizar no solamente congresos aquí, sino ir a Cuba y a Colombia en eventos internacionales. En ese tiempo, hicimos el primer libro de texto en conjunto: Asia y África en la Historia. Están como autores Arturo Saavedra, José Carlos Castañeda, ex alumnos míos, junto a los que yo llamo los consagrados. Todos nosotros originalmente estabamos en la “campaña de difusión e incorporación al currículum” de la formación de historiadores profesional de los temas de Asia y África. Yo soy uno de los misioneros que El Colegio de México preparó para que hicieramos dicho trabajo a nivel de la universidad pública. Fue el primer libro colectivo que salió. Nosotros no sólo veníamos de la universidad sino también del congreso de ALADAA, en provincia y en el extranjero, inclusive. El libro fue publicado por la UAM y se transformó en una lectura obligada para los primeros estudiantes que tomaron clase en las materias de Asia y África contemporánea en la UAM-I, hasta el día de hoy.

CO: Este libro se imprimió en el 96… Son, un poco más de 20 años… 

DT: Sí, pero empezamos mucho antes con nuestra campaña de difusión de los temas y problemas de Asia y África; de hecho, este libro lo publiqué yo después. Nosotros lo escribimos en la práctica desde mediados de los ochenta como un resultado de nuestros esfuerzos “misioneros”. El índice de la obra y los títulos de nuestras conferencias son casi iguales.

CO: ¿Este libro está en la biblioteca de la UAM? 

DT: Sí, allí está, aunque un tanto superado historiográficamente, no sólo por la temática, sino también por los “activos académicos” que han ido sumandose a la empresa de investigar los temas y problemas de Asia. Afortunadamente son muchos los nuevos libros de los que disponemos sobre el área. Los “made in Mexico” son también muchos y de consulta imprescindible para nuestros actuales estudiantes. Hoy por hoy es también notable, y quiero enfatizarlo, el incremento de nuestros “activos académicos” no sólo por la cantidad sino sobretodo por la calidad, quienes desde sus respectivas instituciones académicas, están renovando, diversificando y proyectando a una escala mucho mayor que antes, los estudios de Asia y África. En este contexto, me parece ejemplar el papel del Dr. Juan José Ramírez, de quien me precio, no sólo de ser su amigo, sino una suerte de promotor inicial, junto a otros, por supuesto, para su “aterrizaje” en los temas y problemas de Asia. En efecto, desde la plataforma de ALADAA, ayudé a tender un “puente de plata” para que Juan José cruzara, de otras disciplinas y otros temas, no sin superar algunos obstáculos, al territorio asiático, en términos de investigación y docencia. Por eso, el diría alguna vez “Yo estoy en Asia por Daniel Toledo”. Se incorporó con esa visión fresca que traía desde Francia, de la historia y de la globalización: empezó a trabajar, le gustó y ahí se quedó. Él estudió en el posgrado en El Colegio y culminó su ciclo de formación en Europa. Yo culminé el mío en Asia. Cuando empieza a tomar la variable asiática en su eje y espectro de investigación, se concentra en ella, generando una aportación historiográfica importante sobre Asia, pero también en la gestión académica, pues fue Director de Centro de Estudios de Asia y África en el COLMEX.

CO: Realmente, entonces, el COLMEX es muy importante, pero a la vez estas otras “acciones misioneras” han sido relevantes para sostener la concentración de los temas de Asia y África.

DT: Sí, en ese sentido, nos mandatamos en ALADAA como misioneros para trabajar la explicación del acontecer histórico mundial, considerando perentoriamente las variables asiáticas y africanas que eran omitida en la gran mayoría de las visiones mundiales de la historia.

CO: … y hoy en día nadie pone en duda su importancia…

DT: Ahora, sí, pero cuando nosotros empezamos a hablar de estos temas hace mucho tiempo, en el ámbito académico mexicano, había poco espacio para un abordaje histórico de este tipo.

CO: Sí, queda claro que si no se toman en cuenta estos temas se están dejando de lado…

DT: China, India, Medio Oriente, etc. son protagónicos en términos históricos, geográficos, demográficos, culturales, hoy en día. Entonces, la historia poco a poco nos ha dado la razón. Debemos concebirnos como “misioneros” satisfechos. En el programa de formación de los historiadores de la UAM Iztapalapa, los temas de Asia y África están cubiertos y, en su tránsito hacia el posgrado, los estudiantes hacen investigaciones sobre ambas regiones. Eso  los prepara para incursionar a otros espacios en términos de investigación, de docencia y de producción historiográfica.

La otra cuestión es que la UAM, sin ser El Colegio, tiene una figura que favorece la conexión de la investigación con la docencia, la del profesor-investigador. Nuestra docencia está directamente relacionada con la investigación y, en este momento, el ochenta por ciento de la planta de la UAM tiene ese tipo de contratación. Es una de nuestras fortalezas.

CO: ¿Tienen tiempo de descarga para hacer investigación?

DT: No, porque es parte de nuestro nombramiento. No existe una separación entre investigación y docencia, ambas se retroalimentan.

CO: Si usted tiene, como parte de su nombramiento, las tareas de investigar y de dar clases, no tendrá sobrecarga de asignaturas…

DT: No, porque está limitado. Yo tengo que dar un par de cursos por trimestre, como máximo. A veces y como una condición excepcional, uno da un curso más cuando toca docencia en el posgrado. Pero por lo general, las obligaciones son dos cursos. El resto del tiempo es suficiente espacio para hacer investigación. Entonces, tengo actividades de investigación con mis alumnos que se gradúan ahí y que participan en mi proyecto de investigación; eso, en la gran mayoría de las otras universidades, no existe. En la UNAM, los institutos de investigación reunen gente que hace pura investigación y la docencia está cubierta por otro lado, por asignaturas. En cambio, en la UAM, por razones de carácter estructural, el profesor hace docencia e investigación al mismo tiempo. Eso favorece una activa circulación académica. Tú recibes apoyo de la universidad, de la institución para tu proyecto de investigación que tiene que ver con tu docencia. Yo investigo sobre Asia y África y enseño sobre Asia y África ¿Qué mejor?

Si quisiera resumir mi perfil e historia personal, al salir de Chile, nunca me imaginé abandonar la educación como rubro y la especialización de historiador como oficio; que me tocara optar por Japón y Asia fue un accidente. Nunca elegí cambiar, siempre la educación ha sido mi materia. No hubo un cambio de vocación sino uno debido a avatares políticos. Siempre viviré agradecido al Colegio de México y a la UAM por brindarme la oportunidad de actuar en el escenario de la educación de este país y ejercer mi oficio de historiador en un área que antes nunca imaginé pero, una vez que la conocí, me comprometí con ella.

CO: ¿Hay más gente, ahora, interesada en Asia?

DT: Afortunadamente sí: no sólo hay estudiantes sino también académicos entre los cuales están quienes tendrán que remplazarnos. En ese sentido, actualmente hay académicos distinguidos que han superado a sus maestros en muchos ámbitos. Hemos contribuido a esa tarea, pero nosotros estamos llegando al final de nuestro ejercicio profesional. Ya están ahí los relevos generacionales trabajando y funcionando en lo que les corresponde. Si hacemos un balance, cuando yo ingresé a la UAM-I, no había esta cobertura, ni estos resultados. Ahora, podemos decir: hay tantas tesis dirigidas, tantos años de docencia, tantos profesionales que están trabajando sobre Asia y África en la educación, en la investigación y en la diplomacia. Por ahí andan unos embajadores y agregados culturales, hay unos académicos en provincia, otros en América del Sur. Si el pastor hace recuento de las ovejitas, tiene cuentas positivas que dar, no grandiosas, pero sí significativas, en cuanto al cumplimiento de su misión de difundir y colocar a Asia y África en el escenario de la explicación histórica mundial.


[1] El Dr. Daniel Toledo es miembro de la Red sobre Internacionalización y Movilidades Académicos y Científicas (RIMAC), apoyada por el CONACYT.

[2] Cecilia Oviedo es auxiliar de investigación en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav y miembro de la RIMAC. La entrevista fue transcrita por Ana Fernanda Fraga Salgado, asistente SNI de  investigación de la Dra. Sylvie Didou.


Entrevista disponible en PDF: EntrevistaDanielToledo-CeciliaOviedo