La ciencia se hace financiando las actividades científicas. Entrevista con el Dr. Edgar Góngora.

5 JUNIO, 2018 / SIN COMENTARIOS / 647 VISTAS

(Última actualización: junio 2019) 

Entrevistado: Dr. Edgar Góngora

Entrevistadora: Dira Plancarte[1]

dira.plancarte@cinvestav.mx

Marzo de 2018


DP: Dira Plancarte

EG: Edgar Góngora


DP: ¿Podría presentarse brevemente?

EG: Soy sociólogo por la Universidad Autónoma Metropolitana y egresado del Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV, tanto en maestría como en doctorado. En las dos tesis, fui dirigido por la Dra. Sylvie Didou. La primera de las tesis, la de maestría, estuvo orientada al análisis de la construcción del prestigio académico entre los sociólogos de la UAM. En esa investigación revisé muy lateralmente aspectos internacionales que tienen que ver con la construcción del prestigio académico. Ya en el doctorado me centré en el estudio de la configuración de redes académicas en sociología, tanto a nivel nacional como internacional, en esa ocasión trabajando con sociólogos de la UNAM, de El Colegio de México, de la Universidad Iberoamericana y de la UAM. Ahí es donde empecé a interesarme particularmente, gracias la dirección de la Dra. Sylvie Didou, en los temas de la internacionalización, sobre todo de la internacionalización de las actividades de investigación científica. El tema de la internacionalización de la educación superior es un asunto que me interesa, porque es el ámbito típico de observación, básicamente lo que atañe a las movilidades de estudiantes, pero no es el tema que fundamentalmente me ocupa como motivo de interés de investigación y de trabajo, sino la internacionalización de las actividades científicas.

Sobre todo me interesa la indagación sobre fenómenos que yo llamo, bueno, no nada más yo, “desterritorialización”, es decir, cómo las actividades científicas se internacionalizan a partir de un conjunto de factores en los que las actividades de producción, difusión, transferencia y circulación de conocimientos están ya deslocalizadas geográficamente pero mantienen, y esto va a ser seguir ocurriendo e incrementándose, espacios neurálgicos donde los investigadores y los científicos realizan sus actividades. Es decir, es una desterritorialización que al mismo tiempo sigue territorializada. Entender y documentar eso me parece crucial para la investigación sobre internacionalización de la ciencia.

Ése es con el enfoque con el que yo trabajo las cuestiones de internacionalización.

DP: Y ¿cuáles son los proyectos que está trabajando ahora en este tema, en esta línea?

EG: Ahorita tengo dos. Uno que está, digamos, en concurso en un Instituto de Investigación. Es un proyecto que tiene que ver con algo aparentemente lejano, o no tan cercano, al tema de la internacionalización pero que sí está vinculado: es sobre las lógicas en la toma de decisiones en el patrocinio de las actividades científicas en México y las estrategias de los investigadores científicos para acceder a recursos. Es un proyecto en el que se articulan las lógicas de la toma de decisiones con las estrategias de los investigadores bajo una idea de la relevancia, que no es únicamente contemporánea sino de toda la vida, en el patrocinio de las actividades científicas como una condición de posibilidad para que la ciencia exista. Este proyecto que estoy presentando recién tiene un componente internacional importante porque una de sus etapas consistirá en hacer el análisis de las lógicas de patrocinio de la ciencia, la asignación de recursos y las estrategias cuando se trate de financiamientos de orden internacional,  es decir,  a través de consorcios, de redes o de la participación de investigadores mexicanos o que trabajan en México en programas y proyectos u otros mecanismos de financiamiento de nivel internacional tales como los programas Marco de la Unión Europea y algunos otros.

También me interesa indagar, en ese proyecto la lógica que subyace en la configuración de redes internacionales para poder acceder a recursos internacionales que permitan realizar investigación. Entonces el estudio es qué es lo que ocurre en la investigación científica cuando se cuenta con estos financiamientos. Es decir, primero se estudian las estrategias y las lógicas, y una vez que se tienen esos recursos, qué se hace con ellos y para qué sirven.

Ése es el proyecto principal en el que estoy trabajando. Otra parte que he estado trabajando, más en el marco de la RIMAC, tiene que ver sí con movilidades, pero movilidades de académicos, no de estudiantes en el sentido típico de indagación, analizadas en un periodo de tiempo largo a través de la observación e interpretación de las trayectorias y del posicionamiento académico. Me he preguntado, y ya hay algunas publicaciones al respecto, cómo juega el posicionamiento académico en la capitalización de la movilidad internacional de los académicos cuando la realizaron haciendo estudios de doctorado, posdoctorados o estancias de investigación durante la carrera académica. Es decir, el punto de este proyecto tiene que ver con la idea de que la movilidad internacional para hacer estudios de doctorado o estancias de investigación, es una promesa que puede o no ser capitalizada en la trayectoria de los académicos en función de su posicionamiento en la institución de adscripción y en la disciplina de afiliación.

Considero que esto es muy importante porque nos permite identificar el uso estratégico de la movilidad cuando se realizaron estudios o estancias fuera del país, es decir, cuando hubo movilidad internacional pero analizada no como lo que podría pasar sino como lo que realmente pasó. Hay mucha literatura que dice que la movilidad internacional dota a quienes la hacen de un conjunto de capitales y sí, sí los dota de un conjunto de capitales. No sólo de capitales de conocimientos sino de capitales de socialización, capitales simbólicos, entre otros. Pero estos capitales no son capitalizables sino se generan, por un lado, estrategias y, por el otro lado, los académicos no se posicionan adecuadamente en su campo. Como podrás ver, todo esto es un planteamiento derivado de la sociología de Bourdieu.  Este planteamiento me ha servido para analizar en trayectorias largas cómo se capitalizó la movilidad internacional. Particularmente, este análisis ya fue publicado bajo el auspicio de la RIMAC y del CONACYT. Salió un capítulo de libro el año pasado donde estudio las trayectorias de tres sociólogos bien posicionados en el campos sociológico e internacional y analizo cuáles son los capitales que adquirieron durante la movilidad internacional y cómo a la largo de la trayectoria esos capitales fueron capitalizados. Ése es el segundo trabajo en el que he estado.

DP: ¿Cuánto tiempo tiene en la RIMAC?

EG: Desde que se fundó, en noviembre de 2014. Cuando se fundó la RIMAC yo estaba terminando el doctorado, entonces me incorporé por invitación de la Dra. Didou y desde entonces he estado haciendo actividades y algunas contribuciones como miembro fundador.

DP: Con base en sus proyectos de investigación ¿usted como delimitaría algunas líneas de investigación en el ámbito de la internacionalización? ¿Cuáles cree que pueden ser  las líneas que otros pueden seguir?

EG: Yo creo que la principal que tendríamos que explorar, no sólo como RIMAC sino en los cada vez numerosos grupos e individuos que se dedican en México y en otros países, pero vamos a centrarnos en México, al estudio de la internacionalización, ya sea de la educación superior o de la actividad científica. Me parece que la principal línea de investigación tiene que ser el estudio sistemático de para qué sirve la internacionalización. En un conjunto amplio de estudios que he consultado aquí, en México e incluso de otros lugares, encuentro que, en recurrentes ocasiones, tienden de manera más o menos común a hacer análisis descriptivos sobre lo que las instituciones de educación superior o de investigación científica hacen en lo que llaman internacionalización, que, básicamente, a nivel de instituciones, se siguen tendiendo, aunque cada vez menos afortunadamente, a asumir que la movilidad de estudiantes y profesores, la enseñanza de idiomas o la firma de convenios es ya, por sí misma, internacionalización. Son esas acciones relevantes que pueden conducir a la internacionalización de la educación superior y de la ciencia, pero sólo a condición de que estén articuladas a un verdadero programa de internacionalización.

Entonces las instituciones, y esto va cambiando pero no tan rápido como debería, se plantean el tema de la movilidad internacional y pretenden atenderlo a través de la instalación de algún programa de movilidad que implica, por lo tanto, la firma de un conjunto de convenios con instituciones de otros países. Eso está bien pero, insisto, la primera línea que considero que en estos momentos tendríamos que  estar desarrollando quienes nos dedicamos al tema de la internacionalización es el análisis de para qué sirve la internacionalización.  ¿Nos sirve sólo para movilizar gente? ¿Para que salgan y regresen o no regresen? Entonces ese ¿para qué sirve? resume una idea que me parece a mí central: ¿la internacionalización de la educación superior y de la investigación científica refuerza o no las capacidades locales de educación superior y de investigación científica?

Parece una pregunta simplona porque básicamente cualquiera diría que sí las refuerza pero yo al menos no estoy completamente seguro. No estoy seguro, sobre todo por la forma en la que se presenta a nivel de instituciones el problema de la internacionalización. Entonces, si las refuerza ¿cómo las refuerza? Por lo tanto, mi idea de una línea prometedora de investigación sustentada en el para qué nos sirve la internacionalización tiene que ver con trascender el análisis descriptivo de los procesos y los hechos de la internacionalización para fraguar análisis que nos permitan, primero, entender las complejidades de la internacionalización y que ésta no puede considerarse nunca un fin en sí mismo. No nos interesa o no nos debería interesar la internacionalización como un fin en sí mismo. No porque una institución tenga muchísimos convenios con instituciones de otros países o incluso con gobiernos o con organismos multilaterales, y que por lo tanto tenga programas de mucha movilidad, es decir, que muchos de sus estudiantes, desde licenciatura hasta posgrado e incluso en algunos casos desde el nivel medio superior, tengan acceso a estancias de seis meses, de un año incluso, en otras instituciones, bueno, eso no nos garantiza que realmente estemos internacionalizando nuestra educación superior y nuestra ciencia. En ese sentido es que yo planteo que ésa es la primera línea necesaria de investigación sobre la internacionalización.

Una segunda línea tiene que ver con el análisis de los fenómenos de la internacionalización no centrados en la movilidad, tanto de estudiantes como de académicos, sino en otros temas emergentes que cada vez más, se están asociando al problema general de la internacionalización. Tales como convenios, no formales de colaboración nada más sino de dobles titulaciones, por ejemplo; las codirecciones de tesis a nivel posgrado; las instalaciones de laboratorios múltiples donde cada quien tiene relaciones; la configuración de redes internacionales; la gestión institucional para que la ciencia que se hace en México sea internacional, en la medida de su capacidad de replicación y de atención a problemas cruciales que involucran a todo el mundo.

Un tercer tema, muy vinculado a lo anterior, es poner más atención a la generación de conocimientos y por lo tanto a la capacidad de cooperación y colaboración internacional de la ciencia mexicana. Por ello son tan relevantes las redes, porque implican la existencia de unas condiciones de posibilidad previas, tales como el posicionamiento académico, pero otros más, que muestran con mucha claridad que tienen efectos importantes no sólo en la posibilidad de hacer una ciencia más amplia que la de los contornos nacionales; implican también acceso a financiamientos, interlocución con pares, eso es importante pero no sólo eso. El trabajo en redes internacionales de los investigadores propicia la adopción de enfoques, de perspectivas de análisis e incluso de temas de investigación que probablemente no se habían contemplado precisamente por no tener este tipo de interacciones en red donde cuestiones y temas que no se habían considerado  pueden resultar fundamentales para la resolución de grandes problemas nacionales e internacionales.

Entonces para eso tendría que servir la internacionalización de la educación superior y de la ciencia, para resolver problemas, no sólo para  internacionalizarnos. Entonces ésas serían la líneas de investigación que yo creo que serían prometedoras en este momento. Porque la parte descriptiva ya la tenemos más trabajada.

DP: Con respecto a lo último que mencionó, que la internacionalización debería servir para resolver problemas ¿qué tipo de políticas usted cree que deberían, a partir de la investigación en internacionalización, aplicarse para resolver estos problemas?

EG: Yo lo vería en dos niveles. Primero, tendríamos que plantear la necesidad de la existencia de políticas institucionales que sean eficaces. ¿Qué tipo de políticas? Políticas donde la iniciativa individual de los académicos, que es muy importante pero no es suficiente, eso lo hemos podido identificar con mucha claridad en las investigaciones, cuente con un ambiente institucional y organizacional que le facilite a los investigadores su participación en circuitos internacionales de investigación científica. Con ello no me refiero a “facilidades” para publicar artículos en ciertas revistas, por ejemplo, sino a que exista un conjunto de mecanismos, es decir, políticas institucionales, que flexibilicen la actividad internacional de los investigadores a través de una visión robusta de la importancia del componente internacional en el trabajo científico para resolver problemas, no sólo para satisfacer indicadores.

¿Qué quiero decir con esto? Que las políticas institucionales de investigación científica no sólo premien o castiguen, sino que realmente promuevan e impulsen las capacidades colaborativas internacionales de sus investigadores. Es decir, si tú demuestras que publicas con colegas de China, Taiwán o de Rusia entonces subes en el S.N.I. aunque esa ya es una política no institucional. O tiene mejores primas en los estímulos económicos de la institución, por poner dos ejemplos típicos. Tendríamos que cambiar ese esquema por uno donde las instituciones de educación superior y de investigación científica no sólo premien o castiguen el hecho de que haya actividad internacional por parte de sus investigadores. Se necesita una política en donde se establezcan incluso oficinas de gestión de la investigación científica internacional, eso sin duda sería muy relevante.

Es impresionante encontrar muchas veces a investigadores de muy alto nivel, en diferentes áreas como nanotecnología, nano ciencias, bioquímica, bilogía molecular, entre otras, donde, por ejemplo, no conocen los programas Marco de la Unión Europea. Esto es importante no porque tendrían que conocerlo para su acervo cultural, sino porque en México aún con todas las limitaciones presupuestarias que tenemos, se hace ciencia en algunos nichos razonablemente importantes y en algunos casos no sólo razonablemente importantes sino de manera muy importante. Esos nichos de investigación, si las instituciones de educación superior tienen políticas adecuadas pueden decirles a sus investigadores: “mira, con lo que tú ya haces no necesitas hacer más. Con lo que tú haces te puedes vincular con investigadores de tal universidad, de tal otra universidad, de otros países, en otros laboratorios, puedes tener oportunidades de colaboración en tal o cual proyecto de gran escala, por ejemplo, de la Unión Europea y puedes obtener financiamiento para montar un nuevo laboratorio con lo que ya haces”. Porque tiene ya las capacidades para hacerlo, lo que muchas veces no tenemos es la posibilidad de tener el apoyo institucional para estas gestiones.

En el actual estado de cosas, los investigadores, sobre todo los más productivos, tienen que dedicar una parte muy considerable de su tiempo en estar buscando convocatorias, en estar buscando con quien gestionar recursos para poder internacionalizar su trabajo y eso una política institucional bien hecha ayudaría, no resolvería todo, pero le ayudaría a los investigadores. Porque los investigadores van a continuar haciendo lo que toda la vida han hecho, que es conectarse y colaborar con sus pares. Es decir, la gente que trabaja en bioquímica, en cierto ámbito, en cierta línea específica de investigación, muy probablemente conoce a todos los que se dedican a eso en el mundo. Quizá faltarán dos o tres, pero, conocen a la mayoría y frecuentemente tienen algún tipo de interacción. Entonces ya las  relaciones están establecidas porque esa es una actividad casi “natural” de la vida científica. Muchas veces los vínculos de colaboración están bien establecidos pero hace falta este apoyo de las instituciones para poder flexibilizar y gestionar adecuadamente la expansión internacional de la ciencia mexicana, y que no recaiga sólo en los investigadores y en sus ayudantes. Tengamos en cuenta que, muchas veces, los ayudantes en lugar de estar apoyando actividades de investigación, que para eso fueron contratados, por ejemplo, los ayudantes S.N.I. se convierten en asistentes administrativos, lo que desvirtúa el objetivo de la ayudantía, que es que el ayudante  aprenda al menos algunos rudimentos de investigación.

Y la realidad es que muchas veces los ayudantes de investigación tienen que estar dedicados el 80% del tiempo a papeleo, y por su parte los investigadores tienen que estar dedicados también a ver dónde gestionan esto, dónde gestionan lo otro, ver cómo le hacen, porque no tenemos en las instituciones apoyos de ese tipo. Entonces, ésa sería la primera política a implementar a nivel de instituciones.

A nivel federal, necesitamos que el programa de cada sexenio para el sector, que es el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación deje de ser un conjunto de buenos deseos, que es lo que es, y se convierta en un Programa que realmente promueva y facilite, también con flexibilidad e inteligencia, que muchas veces carecen de eso ese tipo de programas, la integración de la comunidad científica y tecnológica mexicana a redes y consorcios y a otras formas asociativas internacionales. ¿A través de qué medidas puntuales? Bueno, no sólo a través de estímulos económicos. Eso puede ser importante, estímulos económicos a los individuos me refiero, sino ampliar más la idea de la co-participación de los científicos mexicanos en los convenios, consorcios, etcétera.

Es decir, hay que dotar con mayores bolsas de recursos a los científicos mexicanos que tienen proyectos susceptibles  de ser apoyados también internacionalmente, porque si no lo hacemos, mantendremos una situación que entiendo como una estructura asimétrica en la colaboración internacional para la producción de conocimientos. Si nosotros no llevamos también “chelines” para decirlo en términos coloquiales, si no decimos “a ver, nosotros, científicos mexicanos, podemos aportar tanto para un laboratorio internacional” entonces no dejaremos de tener una posición relativamente subordinada en las agendas internacionales de investigación científica y de desarrollo tecnológico. Es decir, no solamente debemos colaborar con la materia gris, también debemos llevar cosas, eso va a ayudar a ir rompiendo esta situación clásica, en buena medida colonialista, de centro y periferias científicas. Entonces, la política de ciencia, tecnología e innovación mexicana tiene que ser una política que deje ya de estar promoviendo que andemos por el mundo casi pidiendo prestado. Y que se dediquen, por una vez ya en la vida, recursos suficientes para que también los científicos mexicanos puedan potenciar al máximo sus muchas capacidades Porque en nuestro país existen grupos de investigación y centros de investigación de altísimo nivel. De altísimo nivel pero que no tienen el alcance suficiente para realizar investigaciones que ayuden a resolver problemas no porque no haya talento, talento hay mucho, sino porque no hay apoyos necesarios para hacerlo. Entonces la ciencia requiere apoyos, no sólo discursos y una supuesta buena voluntad para que el país se integre a la llamada sociedad global del conocimiento.

La ciencia no se hace sólo con buena voluntad, con buen corazón y con amor al conocimiento. La ciencia se hace financiando las actividades científicas.

DP: Muchas gracias. ¿Habría algo más que le gustaría, de acuerdo a su trayectoria y a lo que usted sabe, que le gustaría comunicar al público de la RIMAC?  

EG: Sí, claro. Primero, para terminar, quiero recalcar la importancia de la información contenida tanto en la página de la RIMAC como en los diferentes productos que se han ido generando en estos tres años y meses que llevamos; me parece que son de mucha importancia para todos aquellos especialistas que están ya inmersos en la investigación sobre internacionalización de educación superior o de ciencia, pero también a los que les puede llegar a interesar. Entonces, esto, sobre todo, me parece importante para quienes puedan hacer posgrados o estancia posdoctorales en diferentes instituciones sea o no con miembros de la RIMAC. La importancia de la consulta de los materiales que ahí están es fundamental para no sólo socializar lo que se hace sino para estimular posibles nuevos investigadores en esta área, que es un área fundamental, muy importante.

Insisto, mientras tengamos la idea de que la internacionalización no es un fin en sí mismo. Eso por un lado. Por otro lado, creo que también para tomadores de decisiones la RIMAC y sus contenidos pueden ser relevantes, ya sea en los ámbitos sectoriales a  nivel federal e incluso en las entidades federativas. Me refiero al Consejo de Ciencia y Tecnología estatales, el propio CONACYT, etcétera, como para las instituciones de educación superior e investigación científica de México fundamentalmente pero también de fuera, lo que se ha ido produciendo en la RIMAC, sobre todo lo análisis descriptivos que son valiosos, insisto, son insumos para pensar pistas sobre qué se puede hacer en materia de investigación y no sólo eso, sino analizar lo que se puede hacer a nivel de políticas o de programas de internacionalización. Creo que la RIMAC es una herramienta fundamental para esta comunidad también de tomadores de decisiones.

DP: Bueno, pues muchas gracias.


[1] Dira Plancarte es becaria de investigación por parte del Sistema Nacional de Investigadores en el Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV. Esta entrevista fue realizada con el apoyo  de la Secretaría de Educación Pública –Subsecretaría de Educación Superior- Dirección General de Educación Superior Universitaria, convenio PADES No. 2017-09-0006-09.


Texto disponible en PDF: DP-EdgarGóngora