Programa para la Movilidad en la Educación Superior en América del Norte (PROMESAN)

14 MARZO, 2016 / SIN COMENTARIOS / 1770 VISTAS

(Última actualización: junio 2019)

Entrevista de Dira Plancarte a Aída Lee Rodríguez, funcionaria del departamento de Programas Estratégicos de la Dirección General de Educación Superior Universitaria.

 

Con el objetivo de recabar información sobre los programas de movilidad que han tenido impacto en la dinámica de cooperación internacional de México, la RIMAC se complace en compartir la entrevista realizada a Aída Lee Rodríguez en torno al ya cancelado programa trilateral de movilidad estudiantil, PROMESAN.


Entrevistada: Aída Lee Rodríguez

Institución: Programas Estratégicos. Dirección General de Educación Superior Universitaria Ciudad de México.

Correo: raida@nube.sep.gob.mx

Entrevista: Dira Plancarte con apoyo de Fernanda Fraga.

Transcripción: Dira Plancarte.

Fecha: Febrero de 2016.


ALR: Aída Lee Rodríguez

DP: Dira Plancarte

FF: Fernanda Fraga


DP: La idea de la entrevista es recabar información sobre el PROMESAN en tanto programa de movilidad estudiantil con impacto en la cooperación internacional en México.

ALR: Sí, claro que sí. Qué bueno que difundan esto. El PROMESAN fue un programa internacional que dio buen resultado y generó acciones, resultados y beneficios tanto para las universidades como para los estudiantes. Pero, lamentablemente, entendemos la situación de la crisis del 2008 que llevó a la cancelación por parte de Estados Unidos y en consecuencia por Canadá y México.

DP: ¿Cuándo y por qué surgió PROMESAN?

 Eso mejoraría la situación de muchos mexicanos que trabajaban en el Norte y podía incentivar a estudiantes de Canadá y de Estados Unidos a venir a México.

Entre las recomendaciones, se buscó identificar áreas prioritarias (ingeniería, matemáticas, ciencias de la salud), lograr que participen la iniciativa privada y las industrias   (a fin de cuentas, emplean a los egresados), definir su papel dentro de las negociaciones sobre el programa y ver cómo disminuir los choques culturales para las personas que se movían.

Pero el Tratado entró en vigor en el 94 y fue en el 95 cuando se lanzó la primera convocatoria de PROMESAN. La intención del PROMESAN era crear, llamémoslo así, un ambiente norteamericano de la educación, no tanto enfocándolo a Estados Unidos sino más bien en un proceso de integración regional. Nosotros estábamos en medio: somos parte de América del Norte y también de América Latina.

¿En qué consistía este programa? Sus propósitos eran apoyar proyectos concretos, apoyados por dos instituciones de educación superior canadienses, dos estadounidenses y dos mexicanas. En México, si bien una institución podía ser privada, era requisito indispensable que una fuera pública y ocupara el papel de líder para recibir el financiamiento por parte del gobierno. Por ejemplo, si en un consorcio participaban la UNAM, podía ser socia la Universidad La Salle, la Universidad Iberoamericana u otra pública.

El programa lo dividimos en dos etapas: entre 1995 y 1997, fueron tres convocatorias los recursos de los tres gobiernos se dieron en una sola exhibición, por una duración de tres años, es decir, del 95 al 98, del 96 al 99, y del 97 al 2000. Aquí, en México, los once proyectos de la primera generación, recibieron aproximadamente setecientos mil pesos en aquel entonces. Ese dinero financiaba la movilidad de los estudiantes seleccionados, de los coordinadores del programa e investigadores y profesores participantes. Es esta etapa, el programa funcionó bien en un principio pero lamentablemente cuando se dio este corte en el 97, ninguno de los tres países contaba con informes detallados. Es decir, se les dio el recurso a las IES pero no se les exigió un informe de resultados.

Entonces esto fue un parte aguas: en el 98, México decidió no seguir participando, primero por los recursos y segundo, por la falta de rendición de cuentas. Se suspendió durante dos años, 98 y 99, para hacer un proceso de evaluación de los compromisos iniciales. No teníamos realmente resultados concretos. En el 2000, se decidió trilateralmente reanudar el programa, durante la segunda fase que dura hasta 2010 pero añadiendo un año más de vigencia. Este año que se agregó permitía a las universidades trabajar, durante el primer año, en acuerdos de cooperación, memorándums de entendimientos, revalidación de estudios y transferencia de créditos de los estudiantes e aterrizar un programa de estudios detallado para los participantes.

También se decidió que no se les iba a otorgar el recurso en una sola exhibición sino anualmente con base en el informe sobre los resultados y los avances que estaban alcanzando los establecimientos en relación a las metas y objetivos que ellos mismos establecían.

Otra diferencia es que, durante el primer año, no podían movilizar estudiantes ¿por qué? Porque estaban negociando acuerdos. Hasta que no se firmaran, no podían iniciar la movilidad. Un compromiso era que en México, Estados Unidos o Canadá, los estudiantes pagaban su cuota o su colegiatura en su institución de origen y, en el otro país, no tenían que pagar por ningún concepto al respecto. Otro era que los estudiantes en movilidad tenían que estar preparados en el idioma; durante el primer año, las universidades tenían que seleccionar a sus candidatos y reforzarlos en el idioma porque siempre ha sido una de las barreras más fuertes. Así fue como funcionó PROMESAN, del 2000 al 2010. Hasta esa fecha se emitieron, contando las de la primera etapa 12 convocatorias.

DP: ¿Cuántos consorcios tenía aprobados México?

ALR: Eran 10 aproximadamente del 2009 al 2010, contando que el 2004 y en el 2009 no hubo convocatoria. Pero durante la primera etapa del 95 al 97 fueron 30 proyectos los que se aprobaron. 116 consorcios fueron financiados en conjunto y, dado que involucraban dos instituciones por país, fueron apoyadas alrededor de 500 instituciones, ya que muchas se repiten. 2563 estudiantes fueron beneficiados desde el 95 hasta la última convocatoria.

DP: En cuestión de movilidad de los estudiantes ¿venían más estudiantes de Estados Unidos y Canadá o se iban más mexicanos?

ALR: Mexicanos, siempre. A pesar de esa barrera del idioma, sí, siempre fue más alto el número de mexicanos que salieron hacia los países socios que el de extranjeros que vinieron al país. Además, en esa segunda etapa, nos topamos con varias situaciones problemáticas en México. La influenza afectó muchísimo tanto a mexicanos como a extranjeros porque, aunque ya tenían su plan de estudios, su viaje programado, ya no les pudimos enviar o no quisieron venir.

DP: ¿Había reuniones anuales para los que coordinaban los consorcios en las universidades y la movilidad de estudiantes?

ALR0: Sí y de hecho, las mismas universidades, el mismo proyecto se encargaba de calcular la asignación anual de su presupuesto global. Decían “bueno, nosotros en el primer año, vamos a hacer las negociaciones de las firmas de acuerdos y memorándums y sólo nos vamos a gastar tanto”. Entonces, dividían los restantes recursos en los siguientes tres años pero sí se hacía mucho énfasis en que el 10% (creo) de los recursos era únicamente para que pudieran moverse los coordinadores, para la reunión anual del programa o resolver algún problema. La mayor parte de los recursos era, no obstante, para movilidad de los estudiantes y, obviamente, de los investigadores y docentes.

DP: Y en promedio ¿se movían más estudiantes del último año o de pos grado?

ALR: De doctorado, casi no hubo movilidad, de maestría sí, y de licenciatura un porcentaje menor.

FF: ¿Y los investigadores y docentes entonces eran prioridad?

ALR: Eran prioridad en cuanto a los beneficios que nos podían traer a nuestro país y a sus instituciones. Si eran docentes de la institución y estaban haciendo su maestría, entonces encajaban perfecto sus perfiles para que fueran candidatos para movilizarse.

DP: Los consorcios tenían que tener ciertas temáticas, ¿nos podría hablar más de ellos?

ALR: Los consorcios en la primera fase fueron más enfocados a ingenierías y ciencias de salud hasta el 97; ya para la segunda parte del programa se incluyeron temas de desarrollo sustentable, veterinaria, impacto ambiental, urbanismo, pero el grueso fue para ciencias sociales y administrativas. Incluso se podían aceptar proyectos enfocados en bellas artes, pero nunca tuvimos un consorcio así.

Había un consorcio muy interesante que inició la Universidad de Sonora sobre el manejo de recursos acuíferos. Al ser una zona muy problemática al respecto, fue un consorcio bastante exitoso. De hecho, creo que hasta la fecha todavía existe. PROMESAN sólo daba financiamientos semillas, por 4 años y el compromiso de los consorcios era que continuaran su proyecto sin el apoyo gubernamental, es decir, que se hicieran autosustentables. Realmente pocos lo consiguieron pero la experiencia fue buena, para México y las instituciones que participaron.

DP: Entre las instituciones mexicanas ¿cuáles participaron más?

ALR: La UNAM, la UAM; entre las públicas, las que más participaron fueron las Universidades de Guadalajara, Baja California, Sonora, Nuevo León. Tuvieron bastante presencia Veracruz, Yucatán, Aguascalientes y Querétaro.  Las privadas no participaron tanto, pero sí la Autónoma de Guadalajara, el ITESM, La Salle, el ITAM, la Ibero y la Panamericana. Ya, en la última convocatoria en 2010, entraron incluso unas universidades de nueva creación y otras que nunca habían participado como Nayarit, Guerrero, Oaxaca.

De hecho la convocatoria se abría a todas las universidades, públicas y privadas, considerando todo el universo de instituciones de educación superior mexicanas, pero realmente fueron pocas las que, convocatoria tras convocatoria, presentaron proyectos, y de ahí que se repitieran generación tras generación.

DP: Y las últimas que entraron en 2010 ¿siguieron con el financiamiento hasta 2013- 2014?

ALR: Ahí hubo un parteaguas que fue la salida de Estados Unidos: por la crisis del 2008, dijeron “no continuamos más el programa”. México invitó a Canadá para que siguiera bilateralmente, pero tampoco aceptó. Entonces, se canceló el programa en 2011. O sea, ya no se abrió una nueva convocatoria en este año pero terminamos de financiar los proyectos anteriormente aprobados. En 2013, se traspasó este programa de la DGESU a la Coordinación Nacional de Becas. Ya no supimos cómo terminó exactamente.

DP: El papel de la DGESU era coordinar el programa en México ¿Cómo se vinculaba con las oficinas que gestionaban el programa en Estados Unidos y Canadá?

ALR: En Estados Unidos, nos relacionábamos con FIPSE, Fund for the Improvement of Postsecondary Education, y en Canadá con el Human Ressources and Skills Development Canada, HRSDC. Teníamos contacto con los responsables del programa uno para organizar las reuniones anuales; la última reunión fue en Minneapolis, Minnesota, en Estados Unidos.  Cada organismo se encargaba de invitar a sus connacionales más autoridades.

DP: ¿Cómo funcionaba la convocatoria? Ustedes emitían la convocatoria, recibían de las universidades propuestas y hacían la selección.

ALR: La misma convocatoria se negociaba y simultáneamente salía en los tres países. La condición para que fueran dictaminados los proyectos era que se recibieran en los tres países. Es decir, FIPSE recibía los mismos proyectos en inglés, HRSDC en francés o en inglés y nosotros en español. Si alguna de las partes no los recibía, ni siquiera pasaban a evaluación. Expertos de acuerdo al área se encargaban de revisar los proyectos y definían si procedía para un financiamiento o no. Pocos fueron rechazados pero así era como funcionaba.

DP: ¿Ustedes analizaban los informes anuales de actividades que recibieron a partir de 2000?

ALR: Los analizábamos. Era un informe financiero y un informe académico. Aquí, el Departamento de Programas de Apoyo, también de la DGESU se encargaba de evaluar el financiero porque a fin de cuentas eso ya era propio pues de cada país. El académico, lo revisábamos aquí y comparábamos  los resultados de acuerdo a las metas y si nos las cumplían, veíamos si era por cuestiones del consorcio o del estudiante que a la mera hora se arrepintió o por cuestiones gubernamentales, o por situaciones de salud.

DP: ¿Qué problemas enfrentaron durante el desarrollo de PROMESAN? además de causas externas a las instituciones, como las emergencias sanitarias, etc.

ALR: El idioma fue el principal. Otro problema, sobre todo en la primera fase, consistió en que no se respetaron las cláusulas de los convenios sobre la revalidación de estudios y transferencia de créditos. Otra cuestión concernió el financiamiento. Algunos estudiantes denunciaron que en Estados Unidos o Canadá les estaban cobrando otra vez la colegiatura o el uso de laboratorios, en infracción a lo sentado desde un principio de que no se les iba a cobrar nada. Si un canadiense venía aquí no se le cobraba ni inscripción ni el uso de áreas de computo, laboratorios de química. En varios casos, el acuerdo no se respetó… Obviamente, en esos casos, la beca era totalmente insuficiente. Otro problema fue que los gobiernos dijeron que por lo menos el 70 % del financiamiento era para la movilidad de estudiantes, pero no fijaron un monto específico para las becas, ni en dólares ni en pesos. Por eso el comentario de que muchas veces el apoyo no era suficiente.

DP: En general ¿la beca qué cubría? ¿Dependía de las universidades?

ALR: Totalmente: algunas instituciones otorgaban viáticos y el boleto de avión para el viaje redondo; sin embargo, otras solo entregaban una cantidad determinada, por ejemplo cincuenta mil pesos, para todos los gastos desde el viaje hasta la estancia y alimentación.

DP: Y los estudiantes autofinanciaban sus movilidades…

AIL: Exactamente. En el proyecto, se les pedía a las universidades que presentaran un plan de gastos desglosado para los cuatro años y, en ese mismo formato, que especificaran lo que la institución fuera a aportar, aunque no era obligatorio.

FF: ¿No había un convenio que regulara ese punto?

AIL: No porque ellas no estaban obligadas a realizar alguna aportación, aunque no dudo que si lo hicieran, pero simplemente no hacían público ese apoyo.

FF: ¿Y eso se discutía en las reuniones anuales?

AIL: Sí, eso y otros problemas, por ejemplo la obtención de visa, principalmente de Estados Unidos. Era un problema recurrente. Se abordó varias veces pero siempre se quedó en la discusión, nunca se aterrizó. El problema con PROMESAN, es que no había un convenio compromiso entre los tres gobiernos. Entonces realmente todo funcionó de buena voluntad… y hasta donde se pudo.

DP: Al finalizar el PROMESAN ¿cuáles fueron sus principales resultados?

AIL: Primero, se movieron bastantes estudiantes. Yo creo que enriqueció la experiencia de los becarios y les abrió las puertas a las universidades. Fue una muy buena oportunidad para que las universidades ensayaran otra forma de cooperación, mediante consorcios. Sí. Indudablemente. No contamos con el dato de los consorcios en lo que realmente el financiamiento funcionó como semilla. Desgraciadamente, pese a que se invita a todas las universidades, siempre son las mismas que participan, sea con Francia, con Estados Unidos, con Canadá, con Brasil, con Argentina, con España: Nuevo León, Baja California, Sonora, la UNAM… Pero bueno, aún para esas universidades, el resultado fue bastante bueno, incluso muchas abogaban por que no ponerlo en marcha otra vez. Pero bueno, eso no depende de nosotros.

DP: ¿Cuánto tiempo duraba la movilidad de los estudiantes?

AIL: Su duración máxima era de un año y mínima de un semestre. Sí la universidad decidía que sus estudiantes se quedaran más tiempo, era por su cuenta. Pero supimos de varias experiencias en las que los estudiantes se fueron a los dos países. Se quedaron seis meses en Estados Unidos y seis meses en Canadá. Seguidos. Pero nada más un año.

DP: ¿Podría platicarnos de los informes sobre las experiencias de los estudiantes?

AIL: Todas son bien enriquecedoras, desde las que cuentan que tal maestro dejaba mucha tarea y algunas que decían “fíjense que nos metieron materias como español”. O sea mexicanos que iban allá a estudiar español. Pero, independientemente de eso, muchos estudiantes participaron en proyectos de investigación, aparte de lo que incluían los proyectos, concretamente ya con investigadores en los dos países. Por ejemplo, este consorcio de Sonora llegó a crear una catedra en MIT basado en su proyecto. Fueron resultados bastante concretos. Muchos estudiantes de estos mismos proyectos sacaron sus tesis. Las hicieron no compartidas, sino asesoradas por los investigadores de allá y aquí simplemente lo presentaron para su titulación. Así fue.

DP: Supieron aprovechar la experiencia…

AIL: Sí. Aquí el índice de titulación es muy bajo, desafortunadamente, pero estas experiencias sirvieron para elevarlo. Incluso a varios estudiantes, les ofrecieron seguir como investigadores adjuntos. Fue lo bueno. A fin de cuentas, PROMESAN también repercutió en las universidades porque estas corroboraron que sus estudiantes son buenos y tienen bases académicas para hacer investigación o incluso participar en escuelas en el extranjero. Esas fueron las experiencias que nos compartieron y, a pesar de los problemas económicos, los alumnos siempre se las ingeniaron, aunque muchos sí dependían 100% de la beca.

DP: Eso ya lo superaron a partir del 2000 con el año de preparación

ALR: Exactamente. Y las instituciones se comprometieron a revalidar las materias que los estudiantes hayan acreditado satisfactoriamente para no interrumpir su trayectoria y retrasar su titulación, otorgándoles los créditos correspondientes según la calificación obtenida.

DP: ¿Y los estudiantes que recibió México?

LR: Fueron pocos, realmente. Del total, mil trecientos eran mexicanos y el restante estadounidenses y canadienses. La mayoría se enfocó a proyectos multidisciplinarios en áreas de antropología, idioma, ciencias sociales y sociología; raros fueron los que vinieron a estudiar ingenierías, matemáticas, o ciencias de la salud.

FF: Regresando a los estudiantes extranjeros ¿a qué universidades llegaban?

AIL: A las de su consorcio. No podían irse a ninguna otra.

DP: Entonces, ¿cuáles universidades mexicanas en los consorcios recibían a más estudiantes internacionales?

AIL: Baja California, Guadalajara, Nuevo León, Sonora pero no había igualdad en números de estudiantes que enviaban y recibían. Tampoco tenían las universidades obligación en ese sentido. Creo que les ayudó su localización en la frontera y zona norte del país.

DP: ¿Y ustedes tienen alguna idea sobre cuántos estudiantes de Estados Unidos iban a Canadá?

ALR: No, no contamos con ese dato. Incluso en las mismas reuniones anuales jamás se aterrizó esa información

DP: En las reuniones anuales ¿quiénes estaban presentes? ¿Los coordinadores de todos los consorcios?

 ALR: Sí, de todos. Tenían que enviar un representante de cada país. Aquí en México, los que dirigían el proyecto tenían que mandar a alguno de los profesores que estuvieran vinculados al proyecto. Eso sí era obligatorio porque se les daba el recurso. De la DGESU, iban el Director General y el Director encargado del manejo del Programa.

DP: ¿En qué año deja la DGESU de tener la coordinación de este programa?

AIL: En el 2013 se hizo la entrega oficial pero, realmente, desde el 2009 los recursos provenían de la Coordinación Nacional de Becas. Ahí la verdad, si fue un parteaguas bastante problemático administrativamente hablando. La Coordinación Nacional de Becas tiene sus propios lineamientos de ejecución. Otro problema fue la entrega de un informe académico a la DGESU y de un informe financiero a la Coordinación Nacional de Becas porque se supone que el reporte financiero y el académico deben empatar.

DP: Para ir cerrando, solo tengo otra pregunta: los estudiantes iban y hacían la movilidad en función de los proyectos de los consorcios. ¿De qué manera empataban sus proyectos con lo que llevaban en la maestría o en los últimos años de la licenciatura?

ALR: Dependía de su mapa curricular. Ese mapa curricular era lo que se negociaba durante el año de firma de memorándums y acuerdos entre universidades. Es decir “bueno, mi estudiante aquí está en quinto semestre, allá ¿cuál es el programa que le estás ofreciendo?”. Entonces ahí, los coordinadores de los proyectos acordaban y los mismos estudiantes veían qué materias  cursar en su institución de destino, Canadá o Estados Unidos.  Les decían: “Vas a llevar tal materia, acorde con tu programa. Porque aquí hay muchas optativas… ésta optativa está dentro de tu marco o dentro del rumbo que quieras marcar para tu carrera”. Pues entonces, el estudiante las aceptaba o las rechazaba y, en ese caso, se renegociaba. Pero siempre la propuesta era acorde al año y momento en los que estaban los estudiantes.

DP: ¿Hay algo que usted quiera agregar sobre el PROMESAN?

ALR: Era un buen programa pero hubiera sido necesario aterrizarlo a nivel convenio, acuerdo gubernamental, con firmas de compromiso. Eso le hubiera dado mayor impacto y mayor respaldo, a las universidades e incluso a los mismos estudiantes, sobre todo por lo de las visas para ir a Estados Unidos, cuya obtención fue un problema permanente.


Texto disponible en PDF: EntrevistaDPlancarte-PROMESAN