Los estudios sobre América Latina en la Universidad Hitotsubashi.

25 ABRIL, 2016 / SIN COMENTARIOS / 1342 VISTAS

(última actualización: junio 2019)

Entrevistados: Profesor  Akihiro Koido y profesor Kazuyazu Ochiai[2]

Institución: Universidad Hitotsubashi

Entrevistadores: Dra. Sylvie Didou Aupetit[3] y Dr. Juan José Ramírez Bonilla [4]


SD: Sylvie Diduo

JJRB: Juan José Ramírez Bonilla

AK: Akihiro Koido

KA: Kazuyazu Ochiai


JJRB: ¿Cómo se ha desarrollado el campo de los estudios sobre América Latina en la Universidad Hitotsubashi?

KO: En cuanto a las personas, yo soy, desde marzo 2015, profesor emérito. Mi formación es en antropología y fui el primero en la universidad en interesarme en la región. Ahora, el profesor Koido, con formación en sociología, está muy interesado en las cuestiones de las maquiladoras en el Norte de México y en la migración. Por su parte, el profesor Osughi, también antropólogo,  trabaja sobre la santería en Cuba. Pero, en la escala institucional, no tenemos un departamento de estudios latino-americanos en la Universidad. Tampoco tenemos estudiantes con formación particular de latinoamericanistas. Lo que sí, tenemos, en cambio, es un acuerdo con el Colegio de México (COLMEX) desde el 2000. Ese  convenio nos ha permitido enviar académicos en intercambio en áreas como la economía, las ciencias políticas y el marketing. En varios casos, sus estancias les fomentaron un interés en la región.  La institución imparte cursos de español en los niveles de principiante e intermedio pero no de avanzado. Hemos hecho enseñanza del español en términos generales.

JJRB: ¿Cómo establecieron el convenio con el COLMEX?

KO: Somos una universidad dedicada a las ciencias sociales. Por ello,  es muy importante el convenio con el COLMEX. La relación empezó cuando, en 1965, un profesor nuestro de economía  fue a dar una conferencia al COLMEX y mantuvo después una relación constante con la institución. Por ejemplo, en 1997, el profesor Kato fue  enviado a la institución por la Fundación Japón para impartir un curso intensivo de economía. En el 2000, Amaury García fue alumno del profesor Kato y con  base en esa relación, se estrecharon todavía más las relaciones.  De hecho, en el 2010, el COLMEX estableció  la Cátedra de Estudios Mexicanos en Hitotsubashi y nosotros la Cátedra Hitotsubashi en el COLMEX. La Cátedra está financiada en México por la Secretaria de Relaciones Exteriores. Ha sido exitosa porque  funciona con base en un principio de reciprocidad y es bilateral: en nuestro caso, no mandamos a latino-americanistas sino a especialistas de Japón.

SD: ¿Qué ha ocurrido en materia de intercambio estudiantil?

KO: Ese no ha funcionado tan bien como los intercambios académicos, en parte a causa de la barrera del idioma. Nuestros alumnos no hablan español, recibimos 3 o 4 mexicanos por año pero no podemos enviar a ninguno. Para sobrellevar esa situación, lo que hemos hecho es organizar seminarios conjuntos cada dos años. Unos 8 estudiantes mexicanos presentan sus ponencias en inglés, con base en sus resultados del trabajo de campo para las tesis, y nuestros estudiantes hacen comentarios, también en inglés. Empezamos en el 2008, con un financiamiento de la Fundación Japón.

Lo que si sería importante, sería también hacer evaluaciones de los programas de movilidad estudiantil entre Japón y México, principalmente del que empezó hace más de cuatro décadas, durante el gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez.  Lo que no haría falta es realizar una investigación conjunta para saber quiénes entre los egresados trabajan en sectores de interés para la cooperación bilateral  (industria automotriz, relaciones transpacíficas, etcétera) y quiénes están en el sector universitario y de investigación.  Yo pertenezco a la segunda generación de esos becarios y la estancia en México cambio mi vida. Casi 3 000 japoneses se fueron a México con ese programa en esos 45 años y muchos trabajaron luego en América Latina o Central.

AK: De hecho, la movilidad estudiantil y académica es importante para definir intereses de investigación. Varios colegas han hecho estancias, a veces múltiples, en México o en América Latina y  se han interesado en  desarrollar trabajo de campo allí. Uno de mis estudiantes se fue por ejemplo a Guadalajara y hay una generación nueva de japoneses formados en México gracias a las becas de movilidad, que incluso han ido a otras instituciones que el COLMEX por ejemplo el Colegio de la Frontera Norte.  Hay interés en investigaciones sobre el retorno de los migrantes y en participar en las redes sobre migración.

Aunque aquí en Hitosubashi, no  tenemos un departamento de estudios latino-americanos, tenemos muchas actividades y vínculos.  El “Gateway” es un instrumento que sirve mucho en las ciencias sociales. Por ejemplo, nosotros hemos llevado a nuestros estudiantes a que conozcan la comunidad latina  establecida en Nagoya, para que conozcan las formas de ser, la cultura y la música. En Japón, les encanta a los muchachos la salsa, la cumbia y otros géneros. También hemos invitado a postdoctorantes extranjeros: por ejemplo una italiana estuvo realizando “multietnografia” sobre, por ejemplo, música y baile en las comunidades migrantes de origen latino en Toronto, Santiago, Milano, Buenos Aires, Italia y Japón. Ese tipo de perspectiva y las actividades de visita para contactos directos llaman mucho la atención de nuestros estudiantes, les despierta interés para América Latina  e incluso los lleva a querer aprender español. La transnacionalidad es un buen punto de partida aun cuando nuestros estudiantes están más orientados a la sociología que al aprendizaje de idiomas.

JJRB: ¿Cuántos de los estudiantes toman cursos de español en Hitotsubashi?

KO: Tenemos a unos 150 estudiantes en los niveles de principiantes e intermedios. Hay muchas demandas de inscripción pero, a diferencia de lo que ocurre en francés, ruso y alemán que antes eran los idiomas con mayor éxito, no tenemos suficientes profesores de español para responder a las solicitudes de inscripción. Los jóvenes ahora están mucho más interesados en aprender español que cualquier otro  de los idiomas que antes eran los predominantes. La demanda por ellos se ha desplomado aunque seguimos  teniendo una plantilla importante de profesores; en cambio, no hemos logrado reunir el número suficiente de profesores de español.

AK: Cada estudiante para aprobar el nivel correspondiente tiene que reunir 8 créditos tanto para el primer idioma (inglés obligatorio) como para el segundo, donde puede elegir entre coreano, chino, francés, ruso, alemán y español.

JJRB: ¿Dónde trabajan sus egresados?

 AK: En Hitotsubashi, tenemos una buena vinculación con el gobierno y nuestros egresados encuentran trabajo en dependencias de gobierno, bancos de desarrollo, dependencias municipales y también, en cooperación internacional. Fomentan entendimiento entre América Latina y Japón, eso es importante para nosotros desde el pregrado. Por eso, visitamos a las comunidades latinas, esas visitas marca durablemente a nuestros estudiantes, les impresiona interactuar con los migrantes, peruanos, brasileños o mexicanos. Eso ayuda mucho a estrechar relaciones birregionales.

SD: ¿Cómo se interesaron Uds. en México y América Latina? ¿Dónde y en qué condiciones aprendieron el español?

AK: En mi caso, hago estudios regionales en perspectiva transnacional. Para mí, cuando era estudiante, me interesaba mucho la teoría de la dependencia, porque en los 70, nosotros en Japón, estábamos procurando el desarrollo nacional. Por eso, me pareció importante aprender español, como a los 23 años. Cuando ingresé al posgrado, toda la enseñanza en ese nivel estaba impartida en el campus de Komaba de la Universidad de Tokio pero los cursos de español lo eran en el otro campus de la Universidad, muy alejado, a más de una hora.   Estudié entonces el español en una academia privada. Después me fui a la John Hopkins (Estados Unidos) a  estudiar sobre América Latina, con Alejandro Portes, un cubano casado con mexicana. Tenía que leer en español pero hablaba en inglés. Sin embargo cuando quise realizar en 1987 un trabajo de campo  en México, me di cuenta de que no podía porque mis capacidades lingüísticas para comunicarme e interactuar con los entrevistados no eran suficientes. Eran demasiado limitadas. Al año siguiente, me fui a Cuernavaca  a seguir un curso intensivo de español para extranjeros, durante dos meses. Con eso me nivelé. Después, hice trabajo de campo en Tijuana, Ciudad Juárez y Chihuahua y terminé así de mejorar mi español. Creo que hay dos vías para aprender una lengua extranjera: o se aprende el idioma como una especialidad o bien se tiene un interés disciplinario y, a fuerza, uno tiene que ver cómo se comunica.

KO: Yo empecé a estudiar español en Japón cuando a través del programa de movilidad a México en los 70, salió la posibilidad de postular a una beca para México. Lo que ocurrió  es que, a mí, me interesaba la religiosidad y mi proyecto  de investigación tenía previsto trabajo de campo en una zona indígena de Chiapas. No sólo cuando llegué me di cuenta que mi nivel de español no era muy bueno sino que necesitaba a fuerza aprender la lengua indígena para comunicarme en el  pueblo donde vivía. Así que ni modo, a terminar de aprender una y empezar a aprender la otra.

JJRB: ¿Cuáles serían las principales universidades que, en Japón, han investigado sobre América Latina?

KO: Institucionalmente, hay gente en el campus Komaba de la Universidad de Tokio, en la Universidad de Sofia,  en la Escuela de Estudios de Extranjeros. Hay también personas que han desarrollado en el ámbito de las ciencias duras relaciones de cooperación con  México: por ejemplo, en Osaka,  hay un profesor que tiene mucho interés en el piñón y que está muy interesado en una colaboración en México. Parte de la colaboración académica con México es de orden técnico y científico, no sólo en ciencias sociales.

 

 

[2]Profesor emérito de la Escuela de Posgrado en ciencias, sociales, http://researchmap.jp/read0169551/?lang=english

[3] Investigadora del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), México y coordinadora de la Red sobre Internacionalización y Movilidades Académicas y Científicas  (RIMAC), proyecto n. 269402 del programa de Redes Temáticas del CONACYT

[4] Investigador del Centro de Estudios Asia-África, COLMEX y coordinador del subprograma sobre Diplomacia Científica de la RIMAC


Texto disponible en PDF: EntrevistaRIMAC-UniversidadHitotsubashi