La movilidad de los portadores de saberes revela la persistencia de las jerarquizaciones geopolíticas en una ciencia global, sustentada en redes multinacionales, pero fundamentada en cooperaciones desiguales. Comprueba el peso (marginal o central) de políticas de cooperación académica, responsivas a las lógicas del mercado o regidas por una ética de la colaboración Sur-Sur. Corrobora que los intercambios estudiantiles y científicos responden a elecciones individuales y a coyunturas de crisis o bonanza que inciden en sus condiciones. A escala macro, entre países fronterizos, esos expresan cercanías culturales arraigadas en las historias nacionales y en la geografía de los territorios. Manifiestan la hegemonía de los polos dominantes de producción de conocimiento, independientemente de sus distancias con las periferias.
Con base en estudios de caso en América Latina, en Asia y en Europa, los autores invitados analizan las dinámicas de las migraciones de recursos humanos altamente calificados. Destacan como sus determinantes la diplomacia académica, las estrategias gubernamentales para valorar internacionalmente las formaciones y capacidades científicas así como como las elecciones institucionales para impulsar proyectos de internacionalización endógena y con identidad propia. Entre sus repercusiones, identifican, en los países de destino, la gestión de las cuestiones migratorias, el acompañamiento de los recién llegados durante su periodo de inserción en sociedades distintas a las suyas y la interculturalidad. En los de procedencia, señalan algunas problemáticas ligadas al retorno (voluntario u obligado) y a la readaptación de quiénes se fueron. Al explorar las incidencias de esas situaciones en los sujetos que las viven, en términos de adquisición de competencias, de cambios personales y de experimentación de la alteridad, cuestionan radicalmente la pretendida neutralidad política, social y personal de la internacionalización.
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